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Alex Volney

Un lujo en Europa

No se puede negar que Catalunya ha llegado a un bloqueo crónico y que ningún actor interno o externo pone de su parte. Circula en las redes un vídeo con la Sra. Rahola riñendo a diestro y siniestro en pos del anhelado y casi imposible consenso. De quien estuvo en la ejecutiva de ERC llama la atención que se haya olvidado tan pronto de cuáles son las fuerzas reales y las viejas dicotomías. La política de estos últimos lustros es de una vulgaridad despampanante pero todavía hay una cosa peor y es cómo sigue, sin cesar, la apuesta para ver quien la tiene más grande. Vamos contra España emulándola. Eso del sacar pecho continuamente no era una característica muy catalana, hoy parece ser que todo se reconfigura una y otra vez. Estos últimos años han sido una continua repetición de lo mismo y hoy parece que surja alguna nueva tendencia como es esta última y lamentable consigna: «Junqueras, traidor, púdrete en la prisión» escuchada en la calle Calabria de Barcelona por parte de algunos secuaces convergentes. Qué lejos quedan los guiños del señor Puigdemont al mundo libertario y republicano, en sus recientes dietarios de exilio. Y qué lejos estamos de cualquier acuerdo político aquí y allí, de cualquier aproximación con el rival, de contraponer la necesidad general a visiones sectarias. Ante la injusticia histórica se levanta la bandera de la desfachatez y ante el desafío totalitarista del neofascismo solo encontramos incompetencia. Van avanzando aquellos que ya pregonaban desde el principio el «cuanto peor mejor» incluso recuerden esa grabación donde despeñaban un carro como gran desafío visualizando destrucción para volver a empezar de nuevo, pero claro, el coche nuevo debía ponerlo Europa y como ustedes saben sigue vertiginoso el cierre de sus concesionarios.

Se ridiculiza a quien pretenda un mínimo diálogo, se señala con el dedo o se llama «botifler» a cualquier hora y en cualquier contexto y se desafía al país con nuevas elecciones. Es la política de tierra quemada. Elimina a tu vecino, elimina a tu hermano que lo que venga, sea lo que sea, te sacará del maldito tedio. La división crónica de una sociedad es el principio de su definitiva disolución. La polarización es su mejor negocio y a ambos lados sacando rédito de forma crónica, llevan ya demasiados años. «Muerte a la moderación» ha sido el gran lema en España y en Catalunya.

Que en la comunidad de Madrid arrase la derecha más preocupante de Europa solo puede llevarnos a recordar cuando Chamberlain volviendo de Alemania, y habiendo firmado con Hitler la anexión de Checoslovaquia, exclamó ante la multitud: «Queridos amigos... creo que hemos logrado la paz para nuestros días. Id a casa y disfrutad de un feliz sueño». Churchill contestaría: «Habéis elegido la deshonra y os enfrentaréis a la guerra».

Claro, socialismo o libertad. Con este lema se ha curtido un resultado que realmente sin el auge de los nacionalismos de derechas sería impensable tal rédito electoral o incluso el poder llegar a reírse con impunidad total en la cara de los familiares de nada menos que 70.000 muertos. Guerra a la moderación y el consenso y rodillo total en el poder en una y en otra nación, esa es la gran receta. ¿Exageración? Por supuesto, Hitler también aseguraba el 1931 que era un gran demócrata y ya ven.

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