Hoy celebramos el Día Internacional de la familia y un principio clave de la misión del poder político –ya sea supranacional ,nacional o regional– es ayudar a las familias a cumplir sus funciones. «Queremos apoyar a las familias en sus funciones y difundir las buenas prácticas en políticas familiares», han afirmado desde la ONU.

Bien pensado, este mensaje tiene repercusiones muy serias. Lo que viene a decir la  ONU es lo siguiente: más que cambiar la definición del matrimonio y de la familia de un país, los gobiernos deben crear las condiciones para que las familias puedan cumplir sus funciones y apoyarlas allí donde no puedan hacerlo.

Esta idea-fuerza conecta con una de las áreas de este Día Internacional de la Familia: la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Pero también con el primer Objetivo del Desarrollo del Milenio. No se pueden erradicar la pobreza extrema y el hambre sino a través de las familias.

Un principio orientativo para diseñar las políticas sociales destinadas a mejorar el desarrollo de los países es atender a las familias como unidades en lugar de tratar a sus miembros de forma individual.

Entre otras cosas, este enfoque permitiría ayudar mejor a las familias que pueden correr más riesgos económicos: hogares monoparentales; familias numerosas; familias que cuidan a discapacitados; y familias emigrantes.

Dentro del área para conciliar familia y trabajo, destaca la importancia de los permisos de maternidad y de paternidad como herramienta para implicarse conjuntamente en la crianza y educación de los hijos.

Sobre el de paternidad, aunque en varios países de Europa ya existen legalmente, ahora tiene que mejorar su consideración social. Muchos hombres, dijo, no los utilizan porque temen perder el empleo o bien porque les da vergüenza.

En muchos casos, lograr el equilibrio entra familia y trabajo es posible gracias a la familia extensa. Contar con la ayuda de los abuelos –sobre todo, en ciudades donde hay grandes distancias de por medio– es cada vez más complejo. De ahí que la solidaridad intergeneracional sea otra de las grandes preocupaciones de la ONU para los próximos años.

Este creciente interés de las instituciones internacionales –y, en especial, de la ONU – por los temas relacionados con la familia resulta muy razonable, si se tiene en cuenta que los Estados miembros han experimentado durante las últimas décadas profundos cambios demográficos y socioeconómicos, como la caída de la natalidad hasta límites inferiores a los del reemplazo poblacional, el aumento de la esperanza de vida, el creciente protagonismo laboral de las madres, los nuevos roles familiares de ambos progenitores y la necesidad de conciliar las responsabilidades familiares y laborales.

Y en este día resulta muy oportuno recordar el proyecto de elaboración doctrinal y práctica del concepto de ‘perspectiva de familia’, como desarrollo de la definición de Family Mainstreaming propuesta por el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas –lo que incluye las consecuencias para la familia de leyes, políticas y programas y su medición, tanto en la fase de diseño como en la de desarrollo y posterior evaluación– y por la Resolución del Parlamento Europeo que la explica como «el análisis del impacto de las políticas en las familias» en cada uno de los Estados miembro. Además tiene mucho sentido la propuesta del establecimiento de un «informe de impacto familiar» para cada una de las normas que afecten a esta institución. Esperemos que nuestro futuro Gobierno lo tenga en cuenta.