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Inventario de perplejidades | Ayuso y el penúltimo cuplé

Puede haber sido una maliciosa casualidad, puede haber sido un lamentable descuido en la planificación, pero lo cierto es que el pasado sábado por la tarde Radio Televisión Española (RTVE) emitió en su programa Cine de Barrio la famosísima película española El último cuplé. Una película estrenada en 1957 bajo la dirección de Juan de Orduña y protagonizada en los principales papeles por Sarita Montiel, Armando Calvo y Alfredo Mayo. Fue un rotundo éxito de crítica y de público, pese a las iniciales dificultades económicas de la productora y al férreo control de la censura por el Ministerio de Información franquista. (Recordemos que el titular de ese departamento era Rafael Arias-Salgado, un fanático al decir del escritor coruñés Wenceslao Fernández Flórez, que daba por cierto que Stalin se entrevistaba periódicamente con el Diablo en una cueva remota de Azerbaiyán para recibir instrucciones).

La guapísima actriz manchega regresaba de una larga estancia en México y Estados Unidos, donde había trabajado a las órdenes de su marido, el cineasta Anthony Mann, y compartido cabecera de cartel con Gary Cooper, Burt Lancaster y Marlon Brando, entre otros actores de renombre. El éxito en su segunda etapa española aún fue mayor y nos descubrió otra faceta, la de cantante, que hasta entonces permanecía oculta para el gran público. La voz no estaba cultivada, ni alcanzaba con ella registros operísticos, pero transmitía una profunda sensualidad. Era una voz de tonos graves que parecía salir de más abajo de la garganta y le permitía recitar, más que cantar, la letra de sus canciones (al modo que luego pudimos admirar, por ejemplo, en Leonard Cohen). Unas canciones provocativas, picantes, muy del gusto del público masculino de principios del siglo pasado, que creaban la ilusión de ir dirigidas expresamente a cada uno de sus admiradores. Y todo eso sin necesidad de enseñar las piernas, pese a que presumía de ellas. Cualquiera que haya visto una actuación de la Montiel en el cine, o en el teatro, coincidirá conmigo en esa apreciación. Además, gustaba en todas las franjas de edad. Mi abuelo materno no se perdía estreno y se vestía para la ocasión como si fuera de boda. Y hubo universitarios compostelanos que cogían asiento en los altos del paraíso por si desde allí se le pudiera apreciar mejor el escote.

Reviví todas esas sensaciones al ver en televisión El último cuplé una película que, en la antesala de unas elecciones regionales, recoge, muy resumidamente, todos los tópicos del madrileñismo más madrileño. En la misma medida, como diría la señora Ayuso, que «Madrid es España dentro de España», una frase que no quiere decir nada pero que lo expresa todo.

Los que no votamos en esas elecciones, ni vivimos en Madrid, tenemos la sensación de no entender lo que significa el «estilo de Madrid» que nos propone la señora Ayuso, aunque sospechamos que pueda ser un concepto relacionado con la forma de cocinar los callos. Puestos a escoger una frase multiusos me quedo con la que le oí decir a una actriz de reparto en la película de la Montiel: «Lo que se pierde una por ser decente». Pues eso.

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