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Alex Volney

En tierra de Dionisio

Dionisio

De María Belmonte este nuevo libro que ayer fue uno de nuestros recomendados que más regocijo va a causar a sus lectores y a todas aquellas personas que apuestan por «los principios húmedos de la vida». Entre musgos y helechos, fuentes y ninfas, sí, de esto va la última obra de la autora de Peregrinos de la belleza, Viajeros por Italia y Grecia o Los senderos del mar todo en Acantilado, esta preciosa editorial que fundó y creó Jaume Vallcorba bajo el precepto de editar toda una visión del mundo muy personal, de urgir un canon editorial para nada superado ni en catalán (Quaderns Crema) ni en castellano (Acantilado) algo que ya había intentado primero en Sirmio y que hoy tras su prematura ausencia dirige su sucesora Sandra Ollo en esta insuperable selección rojinegra. El verano de 2014 marchaba el editor que mejor ha marcado los rumbos editoriales de finales del S.XX y principios del presente. Un maestro de libreros y un añorado intelectual.

«Vagabundeos por el norte de Grecia» es como subtitula este personal ensayo filtrado de fértil entusiasmo quien vierte un pensamiento interior que en su interpretación roza la intimidad. Evocando las ruinas y todo aquello que no vemos pero intuimos que representan: «La piedra en la que se sentaba Aristóteles», muy cerca del templo de las ninfas, pasando por S.Sontag o «el encuentro con la Centaura», y algo tan ancestral como «Los conjuros de Dagina», tan actual como universal. Leones, castores, jabalíes y guepardos en el corazón del epicentro de la fundación de Europa y entre las tumbas de la antigua Macedonia. Sepulcros subterráneos o residencias para los muertos construidas «a semejanza de las moradas de los vivos». Sí, la fiesta no se acaba nunca y se franquean las «salas para festejar y beber con los dioses durante toda la eternidad» mientras se van sucediendo, una tras otra, las bellas acciones y los ejemplos del laureado hijo de Filippo.

Leer este fabuloso ensayo es solo comparable a pasar la tarde entre las Ruïnes d’Empuries en el Alt Empordà pero una tarde bien fría de enero a puesta de sol y con el azote de la tramuntana mientras tus hijos corretean en la soledad más absoluta y el último... que cierre la puerta.

La señora Belmonte huye del granítico y predecesor estilo de Citati porque se adentra en lo calcáreo que nos es mucho más cercano y lleno de grutas. Un lujo más de esta colección y su forma y en su contenido, una intrasferible y total recreación de esta historiadora que representa la excepción literaria en su gremio. Entre lo más irracional de la cultura griega, éxtasis dionisíacos y ergotismo incluidos, hasta el salvajismo macedonio que llega a Freud. Ritos de nuestras noches invernales en las mismas montañas de nuestro viejo continente donde aquellos que combatieron cubiertos solo con pieles de oso o de lobo compartirán el avance hacia la decadencia del mundo helenístico con aquellos que vieron corretear a Aristóteles, de niño, por sus playas cercanas analizando su fauna a la vez que iba apuntalando toda una civilización que creyose eterna.

Aunque solo en este sueño, en esta obra, la naturaleza recupera todo terreno perdido y lo que antes era ciudad en este viaje tan personal es un encinar con final feliz sobre el mar. Lo que es contemplación de una obra de arte pronto llega a la excitación culminada en la voracidad de las ménades. Un íntimo y extraordinario ensayo que desde su salida en febrero no hemos parado de reponer y recomendar. Por redondear tan fabulosa ocasión y si les apetece, pueden acompañar su lectura con cualquiera de los caldos de la veterana bodega Jaume de Puntiró, pero muy especialmente su vino ecológico, elaborado en la gleba de Call Vermell, ese fabuloso Merlot que da nombre a la botella de «Porprat» muy en consonancia con este recorrido por las entrañas más emocionales de un bloque continental en eterno movimiento. Feliz Sant Jordi todavía.

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