Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX | Ayuso prosigue la siembra, la izquierda rescata abstencionistas

No fue debate al uso, uno cualquiera, sino nítida confrontación de bloques, en el que las derechas o lo que es lo mismo, Isabel Díaz Ayuso, perdiendo, cosecharon

«Que Dios te dé el descanso eterno y a nosotros nos lo niegue hasta que no hayamos recogido para España la cosecha de la semilla que siembra tu muerte». La florida prosopopeya nazi-fascista con la que la dictadura franquista adornaba sus efemérides (en lo transcrito los aniversarios del fusilamiento del fundador de la Falange, el peculiar partido fascista español, José Antonio Primo de Rivera) es utilizable para reseñar lo sucedido en el debate que Isabel Díaz Ayuso, candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, no a la presidencia del Gobierno de España, mantuvo con el bloque de izquierdas, la señora Monasterio de Vox y el abogado del Estado Edmundo Bal, como se cuidó de precisar, representante de ese cadáver, por lo tanto cuerpo inerte, que es Ciudadanos. Ayuso no ganó el debate, sino que se vio sometida a efectivo zarandeo por parte del bloque de las izquierdas, que, por recordarle, le estampó en la cara los 23 mil muertos que la pandemia ha dejado n Madrid, cifra desconocida por Isabel de España, que se refugió, sobrepasada, desarbolada, en la retórica repregunta de cuántos muertos ha habido en las Españas. Humillada. En absoluto vencida y cautiva. No estamos ante el postrer parte de guerra con el que el general Franco certificó su victoria en aquel lejano uno de abril de 1939. Ayuso mordió el polvo. Se constató su inmensa indigencia de cultura política, la carencia de instrumentos para sostener debate de ideas, pero, y ahí radica lo fundamental, no perdió, no dejó de llevarse al cesto ni un solo voto del ubérrimo campo en el que las derechas cosechan inapelables triunfos en Madrid.

No perdió Ayuso, más bien volvió a ganar, otra vez entusiasmó a los que no dejarán de votarla bajo ninguna adversa circunstancia. Es esencial saberlo para actuar en consecuencia. El bloque de las izquierdas, Gabilondo, García e Iglesias, sólido, solvente, armado de datos, números, razones, no tumbó a la heredera de Esperanza Aguirre, tan falsamente castiza como ella, provista incluso de menos prejucios. Lo que sí seguramente logró el compacto bloque izquierdista es rescatar votantes de los campamentos abstencionistas. Tal vez, solo tal vez, en lo obtenido exista la posibilidad de darle emoción a la contienda, de llegar al cuatro de mayo con esperanza del vuelco que se antoja imposible.

¿Y Vox? Pues a lo suyo. Lo suyo es la incendiaria soflama de la extrema derecha europea: azuzar los bajos instintos siempre latentes contra los migrantes; aventar el miedo, que subsiste en determinados estratos sociales, al comunismo irredento; asegurar que la pobreza se debe a los que han llegado para quitar trabajo y ayudas sociales a los españoles. Nada más. Nada menos. El vómito. La señora Monasterio tiene garantiza la parcela que le corresponde en la fértil siembra de la derecha. Refirámonos, el obituario es prescindible, a Ciudadanos. Edmundo Bal encarnó la imagen del patetismo. Resucitar a los muertos únicamente está al alcance del Hijo de Dios hecho Hombre para redimirnos de nuestros pecados. Se albergan serias dudas sobre si la Divina Provindencia alcanza para insuflar nueva vida a Ciudadanos. Parece que no por el empecinamiento del partido en no aceptarla: cómo se puede reclamar el centro, la moderación, al tiempo que se anuncia que solo se pactará con Isabel Díaz Ayuso descartando alianza con Angel Gabilondo, al que se le otorga la vitola de peligroso izquierdista hipotecado a Podemos. Que la tierra les sea leve.

Se comprende, en fin, que Ayuso deseche participar en otros debates. Confrontar ideas no es atributo que la adorne. Tampoco articular frases complejas. No lo requiere. A los suyos les basta con que les reitere que cuando concluyan sus agotadoras y fructíferas jornadas de trabajo se irán, en alegre y confiada muchachada, a beber unas cañas, porque Madrid da para eso y mucho más.

Compartir el artículo

stats