Diario de Mallorca

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Ha levantado un buen revuelo la entrevista realizada al cantante que responde al nombre artístico de Miguel Bosé en el que éste, en la segunda de las sesiones que le concedieron en el programa de la Sexta Lo de Évole, desgranó el catálogo entero de los argumentos (¿) negacionistas contra el coronavirus. Lo que dicen los críticos al escandalizarse por haberle prestado a semejante personaje un altavoz de la altura de la conversación con Jordi Évole es fácil de imaginar y, dado lo obvio de sus reproches, tampoco merece la pena insistir en ellos. Lo interesante es lo que sostienen los defensores de esa especie de mundo conspiracionista de fábula en el que medran quienes dicen creer que la covid-19, pese a haber mandado a más de tres millones de personas al otro mundo, es un invento y una manipulación interesada. Invocan la libertad de expresión para defender que Bosé dijera lo que dijo.

Pero si somos consecuentes, semejante libertad nos debería alcanzar a todos. ¿Por qué negar el acceso a la televisión a los demás que niegan la pandemia, ya sean cantarines o no? ¿Y los terraplanistas? ¿Se les coartará la libertad de expresión que les permite sostener que el planeta es llano y termina de golpe en un vacío como para reírse de los acantilados del Himalaya? O los convencidos de que la reencarnación no sólo existe sino que ellos mismos son el ejemplo, incluso si eso nos llevaría a llenar las pantallas de napoleones redivivos —los Elvis Presley, de momento, prefieren seguir en Las Vegas.

Como es obvio no sólo el programa de Évole sino todos los de la Sexta, los del grupo Atresmedia al que pertenece la cadena y, ya que estamos, los restantes del abanico entero de las televisiones del continente se verían incapaces de albergar tanta libertad de expresión. Yo no creo que ninguno de los miembros tanto del consejo de administración de Atresmedia como del equipo de Évole sea ni negacionista, ni terraplanista, ni reencarnacionista, ni tampoco me parece que se trate de paladines en favor de la libertad de ideas caiga quien caiga. Está claro que la decisión de llevar a Bosé al plató, sabiendo lo que piensa y preguntándole por eso mismo, tiene mucho más que ver con la esperanza de ganar así una cuota de espectadores jugosa. Parece que lo han logrado, así que igual es el momento de recordar que fue el grupo Planeta quien apoyó la creación de la Sexta casi al mismo tiempo que el diario La Razón con el fin, imagino, de tener bien cubierto el abanico ideológico. Y, ya de paso, que el nacimiento del partido político Podemos aprovechó para medrar el tirón mediático de sus fundadores como tertulianos de la cadena. Igual alguien cree que no hay ningún negocio detrás de todo eso. Ojo, que como los ilusos también tienen derecho a la libertad de expresión, Évole no va a dar abasto.

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