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Jose Jaume

Desde el siglo XX | Impotencia en la derecha: PP y Vox no suman en España

El espejismo que está por aparecerse en Madrid

no oculta la realidad: PP y Vox carecen de la fuerza necesaria para gobernar España; los partidos nacionalistas siguen siendo determinantes

Impotencia en la derecha: PP y Vox no suman en España

Quien asistiera el martes a la sesión del Congreso de los Diputados en la que presuntamente debía debatirse el plan para utilizar los fondos europeos de 140 mil millones de euros constataron, por si falta hiciere, lo que se sabe sobradamente: la incapacidad de la derecha, de PP y Vox, para armar alternativa a la actual mayoría parlamentaria que sustenta al Gobierno de Pedro Sánchez. Es drama que acongoja a Pablo Casado, sabedor de que la situación carece de remedio, salvo que salte la sorpresa, lo que con la vaporización de la política española no puede ser descartada. Dejando alternativas poco creíbles, se constata el naufragio de la derecha, especialmente del PP que dirige Pablo Casado y su secretario general Teodoro García Egea, que exhibe insospechadas cualidades para hacer de la política charca putrefacta. Vamos a asistir en Madrid a triunfo contundente de la mayor trumpista (acompañada de Carles Puigdemont, que le disputa con solvencia la primera posición) del país. Isabel Díaz Ayuso liquidará a Ciudadanos; neutralizará a la izquierda, en la que brega impotente Angel Gabilondo y agita, sumido en irrelevancia, Pablo Iglesias, y se echará en brazos de Vox, porque es una de las suyas. Además, jibarizará a Casado, que cuando Feijóo gana en Galicia torna moderado, para hacerse completo lío liliputiense en Cataluña, volver a la radicalidad tránsfuga en Murcia y disponerse a ensalzar la alianza con Vox en Madrid tras haber abjurado en vano de él en la ópera bufa que fue la moción de censura presentada por Santiago Abascal.

Los gestos crispados con los que los diputados de PP y Vox acogieron la intervención del presidente del Gobierno al empezar ensalzando la fecha mítica del 14 de abril de 1931, la proclamación de la Segunda República, hay que endosarlos a su aceptación de que no están ni se les espera. Casado habló de «la onomástica» para descalificarla (ha llegado a decir que Santiago Carrillo dijo en su día que no debía ser objeto de celebración), al tiempo que Abascal hablaba de fecha «criminal», «comunismo» y «asesinos». Casado asumiendo, otra vez, inflamado discurso de la extrema derecha. Insistamos, lo que sucede es que no hay alternativa electoral al Gobierno de coalición. Observemos la que podría ser suma alternativa: PP, Vox, PNV, Teruel Existe, PAR, Navarra Suma, Coalición Canaria, Partido Regionalista de Cantabria y derecha nacionalista catalana. Bien, cómo ayuntar a PNV y restantes partidos periféricos con Vox. Si hay en España quien sea capaz de despejar semejante ecuación obtendrá la mayor distinción que en el planeta se otorga a los genios en Matemáticas, la Medalla Fields. El PNV jamás se casará con Vox. Ese regalo no llegará a manos de Bildu. De los reconvertidos en independentistas nacionalistas catalanes herederos de Jordi Pujol para qué hablar. Tampoco se ve a Revilla, dicharachero e inteligente presidente cántabro, o a Teruel Existe, conchavándose con quienes reivindican el legado del general Franco.

Madrid será España dentro de España. En ningún caso es España. Mucho menos las Españas. Díaz Ayuso es espléndida candidata para Madrid. En la capital del Reino el trumpismo se adquiere con gusto en el electorado de la derecha, poco proclive a sutilezas y mucho a mostrar perfil duro, contundente en la animadvesión al más leve aroma de progresismo izquierdista. Pero la periferia es otra cossa. En «provincias» Ayuso es ininteligible; tampoco Casado cumple expectativas. Resultado: tenemos situación bloqueada, lo que incrementa riesgo de crisis institucional. La permanencia sine die de Pedro Sánchez en Moncloa alimenta la hipótesis de que llegue momento en que la desesperación de ciertos sectores desemboque en situaciones no ya poco gratas, que las actuales se sobran por sí solas para ello, sino en desestabilizaciones que se suele saber por dónde y quiénes las inician, pero nunca cómo acaban.

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