Opinión
Miqui Otero
Qué me pasa Yahoo Respuestas
El foro que actualizaba aquel teléfono sabelotodo cierra porque quedó obsoleto y desde hace años se entraba por la guasa
En mi adolescencia, cuando aún no existían los teléfonos inteligentes y nosotros éramos incluso más idiotas, uno de nuestros pasatiempos beodos era llamar a un teléfono para hacer preguntas.
No existía Wikipedia, ni Twitter hacía su magia, ni se ‘googleaba’ desde el bar, así que, pasadas unas cuantas rondas, llamábamos a ese teléfono de cuatro cifras que te contestaba cualquier duda. Lo hacíamos por la risa y preguntábamos desde el futuro sentimental hasta el peso de Amunike, pasando por las costumbres sexuales de la tribu australiana Walibri. «¿Te puedo hacer una pregunta?», y esa era la pregunta y ya la habíamos hecho.
«Ustedes los jóvenes están siempre con demasiados chistes. Detrás de estos chistes, no queda nada», escribió Henry James en Retrato de una dama. Y quizá lo que quedaba era ser demasiado adultos.
Se ha conocido que cierra Yahoo Respuestas, foro que actualizaba aquel teléfono sabelotodo. El servicio empezó como apuesta seria, pero lo curioso vino cuando quedó obsoleto y sucedió lo mismo que con los palcos de obra de las orquestas de pueblo, que los ocupan los jóvenes para comer pipas y beber litronas.
Desde hace años se entraba en Yahoo respuestas por la guasa. Alguien pedía un resumen de la Segunda Guerra Mundial y le contestaban con tres líneas de onomatopeyas de metralletas y bombas. Otro alérgico, o selectivamente hipocondriaco, preguntaba si la cocaína llevaba gluten. Una chica, si se podía quedar embarazada por un morreo (le contestaron que sí, pero que gestaría al feto en la garganta).
Primero, como tragedia; segundo, como farsa. En realidad, aquel teléfono o Yahoo Respuestas o los palcos de orquesta (incluso los pisos turísticos) padecen de lo mismo: caen en desuso y, durante un tiempo, otros juegan con ellos. Como cuando veíamos los Teletubbies de madrugada o cómo muchos escuchan Mocedades. Es la distancia irónica (llevada al extremo en la cultura, aniquila toda emoción) que impone el olvido inminente y el descaro juvenil. A menudo, nos reímos antes de tiempo o demasiado tarde o, como decía Henry James, simplemente demasiado. Y a veces… qué se puede hacer para no llorar Yahoo Respuestas.
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