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Miquel Àngel Lladó Ribas

El autismo sigue ahí, desafiándonos

Acabamos de celebrar un nuevo 2 de abril, Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, en medio de una pandemia que no debería hacernos olvidar algunas prioridades que, por desgracia, han pasado a un segundo plano o no merecen la atención debida. Sin embargo los niños y niñas con autismo y sus familias siguen luchando sin tregua para hacer posible el objetivo que en su momento se marcó Naciones Unidas al dedicar un día a ese trastorno del desarrollo en 2008, que no es otro que el de mejorar la calidad de vida tanto de la población infantil como de los adultos que sufren esta discapacidad y poderles brindar una integración lo más amplia posible en la sociedad en la que viven y se desenvuelven.

No existen recetas ni curas milagrosas, pero sí tratamientos que mejoran la calidad de vida de las personas con autismo

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Precisamente ese ha sido el tema elegido para este año: «Inclusión en el lugar de trabajo. Retos y oportunidades en el mundo pospandemia», que tendrá su colofón en un evento virtual que se celebrará el próximo 8 de abril de 10 a 11 h (hora de Nueva York) y en el que se pondrán de manifiesto las dificultades que tienen las personas con autismo para acceder a un puesto de trabajo, y que la pandemia no ha hecho más que agudizar aún más si cabe. Todo ello enmarcado en la consecución de un trabajo decente para todos, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas para 2030, y que incluye también a las personas con discapacidad o con capacidades diferentes.

Cuando hablamos de autismo tendemos a pensar en seres anónimos, a menudo desconocidos por la mayoría de la población. Pero han sido muchos los personajes famosos que han padecido alguna forma de autismo, pese a lo cual se han convertido en verdaderos ejemplos de superación para muchas personas. La lista incluye nombres como Albert Einstein, Isaac Newton, Amadeus Mozart o Bill Gates, entre muchos otros. Pero ello no debe hacernos olvidar que el día a día de las familias y de las personas con autismo es muy duro, y que poco o nada tiene que ver con la imagen estereotipada que algunas series o películas que han abordado el tema han tratado de transmitir. Me lo recordaba no hace mucho un buen amigo de Barcelona, padre de una niña con autismo, al relatar con cierta crudeza pero también con una enorme dosis de amor y sensibilidad las crisis de su hija, las noches de insomnio, el valor que en ese contexto adquieren una sonrisa o una simple mirada...

Es difícil imaginarlo, si no se ha vivido. Y de momento no existen recetas ni curas milagrosas, pero sí tratamientos que mejoran notablemente la calidad de vida de las personas con autismo y sus perspectivas de integración, tanto en lo social como en lo laboral. El 2 de abril es un buen día para reflexionar sobre todo ello. Una jornada que nos invita al silencio y a la introspección, pero también a la necesaria acción que el tratamiento eficaz del autismo necesita para romper esa burbuja que en realidad nos contiene a todos, personas con TEA, familiares, profesionales y sociedad en general. Hagamos, pues, un gesto por el autismo, por pequeño que sea. Ellos y ellas se lo merecen, y todos saldremos ganando.

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