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Nosotros, de vacaciones

El presidente francés, Macron, compareció anoche en la televisión de su país para anunciar nuevas medidas de contención de la pandemia, una vez que se han alcanzado niveles peligrosísimos de contagio en el cenit de la segunda oleada… Y mientras en España seguimos teniendo las puertas abiertas para los jóvenes franceses impacientes vengan a divertirse a nuestras noches madrileñas. “Madrid era una fiesta”, ya se sabe: Cuando Hemingway dedicó su relato a París, tenía en realidad Madrid in mente.

Pero lo más grave es que mientras en Francia la clase política y los medios de comunicación están profundamente preocupados por lo que sucede —“Libération” del martes increpaba a Macron en primera página con esta interrogación: “¿A qué espera?”—, aquí el común de los mortales está pensando en cómo tomarse las vacaciones prohibidas de Semana Santa, o en cómo consumir el ocio en la propia localidad con el menor esfuerzo y el mayor alborozo posible. Por de pronto, en Madrid no se vacunará estos días —todos tenemos que descansar, aunque ello suponga un número impreciso pero cierto de muertos—, y la estrategia preelectoral con vistas a las elecciones madrileñas seguirá intacta: el gobierno conservador apostará por relajar las medidas para ganarse el apoyo de quienes se benefician económicamente con ello, en tanto la oposición afeará tal estrategia, que incrementa objetivamente la letalidad de la pandemia, aunque muchos papanatas no se percaten de ello.

Estamos en Europa pero todavía no está claro que hayamos asumido el europeísmo, la madurez y el sentido de responsabilidad de nuestros vecinos.

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