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El presidente Joe Biden, y el “otro”

No todos son iguales. Juzguen ustedes mismos por las primeras medidas que ha tomado en los primeros 50 días desde la toma de posesión el nuevo presidente de los Estados Unidos. La más importante son los 1,9 billones de dólares para reactivar la economía. La ley incluye, como las dos del anterior presidente, un cheque para los hogares que ganan menos dinero en Norteamérica para ayudar al salir de la crisis provocada por la pandemia. También otras medidas de ayudas al alquiler, moratorias a los desahucios, mejora del subsidio de desempleo, reapertura de escuelas, etc. Lo más importante es un pago mensual de 300 dólares por hijo menor de 6 años, y de 250 dólares para aquellos entre 6 y 17 años, durante los próximos 12 meses. Es decir, entre 3.000 y 3.500 dólares por niño al año, que los demócratas esperan prorrogar en años sucesivos, porque una vez implantada la ayuda los republicanos no se atreverán a oponerse. Este plan según Biden reducirá a la mitad la pobreza infantil en EE.UU. Una de las primeras medidas del presidente fue ordenar al Servicio de Inmigración que reuniera de nuevo a los cientos de niños que el anterior presidente había separado de sus padres, y estaban internados en residencias, lo que no es tarea fácil porque fueron devueltos a México. Biden paralizó desde el primer día la construcción del muro con México, está en trámite la regularización de los inmigrantes sin papeles en Estados Unidos. Y ha aceptado, en condición de refugiados, a los inmigrantes venezolanos que han ido a Norteamérica.

El gasto social en EE.UU. es el más bajo de todos los miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). La protección del estado del bienestar -social, sanitaria y educativa- es mucho mas débil que en Europa, a pesar de ser una conquista norteamericana, de la época de Roosevelt. Para los republicanos la nueva ley es “un caballo de Troya del socialismo”, presentado con la excusa del coronavirus, y que desincentivará la búsqueda de empleo. “Es la ley más transformadora que he visto en mis 30 años en el Congreso, tan relevante como la ley sobre Cuidados accesible [la reforma sanitaria aprobada por Barack Obama] que dio cobertura sanitaria a 20 millones de personas más”, defendió la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Es, probablemente, la política demócrata de más valía y desde luego la más valorada en las memorias de Obama: "dura, pragmática y una maestra dirigiendo" a los miembros del grupo en el Congreso. “¡Me encanta esta mujer!” escribió Obama a la vista de su habilidad para conseguir que se aprobara el Obamacare. Biden dictó un decreto imponiendo el uso de mascarillas en edificios federales y pidiendo su uso general, ha lanzado una intensa campaña de vacunación, siguiendo las propuestas del doctor A. Fauci -uno de los principales expertos en enfermedades infecciosas, el Fernando Simón de allí-, y del CDC (Centros de Control y Prevención de la Enfermedad), reduciendo notablemente la mortalidad.

El mundo ha respirado cuando Norteamérica se ha incorporado al acuerdo de París sobre el cambio climático. Está, además, intentando recuperar el acuerdo con Irán sobre armas nucleares, aunque eso no ha impedido unos bombardeos en Siria, contra milicias chiitas respaldadas por Irán, en respuesta a un ataque anterior de éstos. El mundo ha respirado y también Europa. El primer gesto ha sido retirar las trabas y aranceles que la anterior administración había puesto al comercio transatlántico de manera unilateral, justificándola en las subvenciones al Airbus, mientras ellos subvencionaban a la Boeing. También los españoles hemos visto como el nuevo presidente ha eliminado la prohibición a la exportación de aceitunas negras, al aceite de oliva y la imposición unilateral de otros aranceles.

No todos los gobernantes son iguales o, como decía Felipe González, en tiempos, “no todos los políticos son iguales; hay unos más iguales que otros”. Era en 1977, cuando la campaña con el eslogan de “socialismo es libertad” quería consolidar la democracia frente a los nostálgicos. Ahora “los otros”, como los de Amenábar, herederos del pasado, de aquí y allí, quieren cambiar la proclama por una disyuntiva bipolar. Otra vez.

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