La pandemia no ha afectado a todas las personas por igual; está teniendo, y tendrá, un impacto negativo más significativo en aquellos colectivos que presentaban ya antes una situación de mayor vulnerabilidad y precariedad. La pandemia tiene el poder de visibilizar y mostrar las desigualdades preexistentes en toda su crudeza. Y uno de esos colectivos es, sin duda, el de las mujeres.

En el ámbito del mercado laboral, los efectos de la crisis derivada de la pandemia son distintos en hombres y mujeres en coherencia con esa desigualdad preexistente, tanto a corto plazo como aquellos que se producirán posteriormente. Y los últimos datos confirman esta hipótesis inicial: en comparación con los varones, las mujeres en Balears tienen mayor tasa de inactividad, menor tasa de empleo, mayor tasa de paro (y también de paro de larga duración), tasa más alta de parcialidad, una ganancia media anual de 21.085 euros (3.352 euros menos que los hombres), un salario inferior que, consecuentemente, supone menores prestaciones de desempleo y en pensiones. Adicionalmente, y si tenemos en cuenta las crisis precedentes, a las mujeres les resultará más difícil reincorporarse al mercado de trabajo. Cuestiones todas ellas que afectarán, sin duda, a su autonomía económica, incrementarán su vulnerabilidad social y frenarán su participación política.

Otra de las características de esta recesión es la centralidad de la tarea de los cuidados. Tareas que se extienden y se reproducen más allá del ámbito doméstico. Los roles de género que definen los cuidados como una labor, un trabajo casi exclusivamente femenino hace que sean ellas quienes sustenten el peso fundamental del sistema de cuidados. Se parte de la premisa de que las mujeres son más capaces «por naturaleza» de realizar y organizar este tipo de tareas; tienen un papel de mayor responsabilidad en la respuesta a la crisis en el ámbito familiar. Y en el ámbito formal, las mujeres son el 70% de la población trabajadora en el ámbito sociosanitario, el 71% del personal de farmacia, o el 93% del personal de limpieza. Pero tal como reconoce la propia Organización Mundial de la Salud «las mujeres proporcionan salud global y los hombres la lideran». Existe, además, por tanto, un desequilibrio claro de roles de liderazgo en la respuesta a la pandemia: a pesar de trabajar en primera línea en el sistema de cuidados, las mujeres están infrarrepresentadas en las posiciones de toma de decisiones. Desequilibrio que impacta en el grado en que las necesidades específicas de las mujeres sean tomadas en consideración.

Desde todas las perspectivas e instituciones, se declara el carácter esencial de los trabajos, servicios y recursos vinculados al sector de los cuidados; los mismos en los que la crisis nos ha mostrado sus carencias estructurales, sus precarias condiciones laborales y los déficits sobrevenidos por los efectos de los recortes en las políticas públicas en nuestro país.

En un artículo de reciente publicación (El País 24/01/2021) se analizaba, entre otras cuestiones, el paulatino incremento de las mujeres en los consejos de administración de las empresas. En el mismo, una alta ejecutiva señalaba que su incorporación permitía añadir al valor de la empresa «su creatividad, su sensibilidad, su fuerte conciencia social en materias como el medio ambiente, la habilidad para trabajar en equipo (con menos ego que los hombres) la facilidad para comunicarse y crear plantillas muy comprometidas». No sé qué es más irritante, si las declaraciones o que sea precisamente una mujer la que ensalce (nuevamente) esos valores, competencias netamente y casi exclusivamente femeninas. No se hace mención ni a la formación, ni a la experiencia, ni a la trayectoria profesional de las mujeres. Habilidades femeninas que, por otra parte, no se ven recompensadas en el salario.

El impacto social y económico derivado de la pandemia del coronavirus no puede ser la excusa para el retroceso en la igualdad para las mujeres. Las brechas estructurales que ya existían no pueden ensancharse todavía más. Quizás sea un buen momento para recordar las palabras de Simone de Beauvoir «No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida».