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JOrge Dezcallar

Cordones sanitarios

Una de las muchas manifestaciones que han tenido lugar los últimos días en Barcelona iba encabezada por una pancarta que rezaba «Lluitar, Crear Poder Popular». Y luego los manifestantes u otros parecidos nos obsequiaron con otra noche de salvajismo contra el mobiliario urbano, tiendas y comisarías, hasta el incendio de un vehículo policial con un agente dentro, sin que sirvan de excusa ni las vomitonas verbales de Hasél ni que la crisis económica se cebe especialmente en los jóvenes. Si esos energúmenos lograran crear ese «Poder Popular» habría que hacer las maletas. Con el agravante de que las autoridades que desde hace años no gobiernan en Cataluña se muestran comprensivas con los revoltosos y no dan el respaldo que merecen a unos Mossos tan moderados que tienen más heridos entre sus filas que entre los alborotadores, muy pocos de los cuales son detenidos. En esta «comprensión», los políticos catalanes no son originales pues siguen el ejemplo que desde Madrid les dan los dos Pablos, Iglesias y Echenique.

Vivimos en una democracia en la que en teoría todos los votos cuentan y valen igual, aunque no sea cierto como bien saben los partidos vascos y catalanes que con muy pocos votos obtienen muchos diputados en Las Cortes. E igual ocurre con los votos rurales. No habría nada que objetar a una modalidad que pretende ser más representativa de la diversidad y más respetuosa con la Historia si luego esos diputados trabajaran para la gobernanza de España, lo que por desgracia no es el caso. Los vascos apoyan cuando conviene a sus intereses locales, mientras algunos diputados catalanes anuncian a voces que la gobernación del país les trae al fresco y que están en las Cortes para que no funcionen.

Su objetivo no es el bien común sino el propio y los gobiernos débiles que se suceden en la Moncloa se venden por platos de lentejas dándoles cada día más poder en un círculo vicioso que solo aumenta su fragilidad.

No soy partidario de poner «cordones sanitarios» a partidos políticos porque todos representan a unos ciudadanos que les han dado su voto con entera libertad, y que tienen el mismo derecho que los demás a que sus ideas se escuchen y sean tenidas en cuenta en los parlamentos. En España los cordones sanitarios se colocan alrededor de Vox, con el que no coincido en muchas cosas como Europa, la inmigración, las cuestiones de género o las autonomías, un partido que me preocupa por su extremismo y potencial de crecimiento ante la crisis que atraviesan los otros partidos de la derecha y del centro como se ha evidenciado en las recientes elecciones catalanas. Ciudadanos ha perdido el norte y el Partido Popular parece incapaz de regenerarse, mientras el PSOE se equivoca al alegrarse porque España y el propio PSOE necesitan una derecha constitucional y moderada. Pero si hay que poner «cordones sanitarios» yo los pondría antes alrededor de los partidos que predican y practican la violencia, que sabemos muy bien cuáles son. Habría que aislar a los violentos y también a los que quieren acabar con la Constitución que aprobamos en un referéndum, que nos ha dado los mejores años de vida colectiva y que es el marco de nuestra convivencia en libertad. Precisamente por su violencia y ataques contra la Constitución, el principal partido de la oposición, Alternativa por Alemania, acaba de ser puesto bajo vigilancia del servicio de Inteligencia. En Berlín no se andan con contemplaciones.

Enredados en sus politiquerías de vía estrecha PSOE, PP y Ciudadanos caminan inconscientemente hacia el suicidio porque se muestran incapaces de ofrecer idearios y programas atractivos a la ciudadanía y de ocuparse de lo que de verdad importa en estos momentos: el destino que se va a dar a los generosos fondos europeos que deben servir para modernizar el país, o la forma de vacunarnos todos rápida y masivamente (cosa que no ocurre) porque es la única manera de salvar el turismo y relanzar la economía sin diezmar a la población. O se unen esos tres partidos en defensa de los valores constitucionales y de solucionar los auténticos problemas que tiene el país o se los comerán los extremistas por la derecha, por la izquierda y por la periferia. Al tiempo.

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