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HOJA DE CALENDARIO

Perplejidad

No solo algunos observadores nos quedamos perplejos ante la sentencia que absolvía a Cristina Cifuentes, expresidenta de Madrid, de la falsificación de su máster y sin embargo condenaba a las personas que habían contribuido al fraude: también la fiscalía quedó perpleja, y consiguientemente ha recurrido el fallo, con una contundencia que siembra alarma sobre la calidad de los juzgadores que tomaron aquella extraña decisión absolutoria.

El escrito en el que la fiscal Pilar Santos Echevarría anuncia el recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid argumenta que la valoración de las pruebas plasmada en la sentencia es “irracional, ilógica, arbitraria, incoherente e insuficiente” y reitera que hay un “déficit patente” en su motivación. Según el Ministerio Público, la “consistencia” de “múltiples indicios” acredita que Cifuentes “impulsó”, “sugirió” y “presionó” de una manera “eficaz e intencionada” para la falsificación del acta de defensa del Trabajo de Fin de Máster (TFM) con la que intentó justificar que había defendido ese trabajo tras la denuncia de los medios de comunicación que aseguraban lo contrario.

Nuestro sistema judicial basa la seguridad jurídica en un sistema de recursos que garantiza la ecuanimidad. Pero no es frecuente que un fiscal denuncie una chapuza con tanta explicitud. Porque a la vista de unos argumentos tan diáfanos habría que plantearse –lo debería hacer el Poder Judicial- si quienes han emitido tan pintoresca sentencia tienen aptitudes para seguir impartiendo justicia.

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