Era final de febrero cuando la barbarie, los intereses creados, la avaricia, fuera cual fuera, nos arrebató la vida de un genio. Allá cada uno con su conciencia.

Avanzado a su tiempo, cosmopolita de mente y profundamente isleño en su vida, porque adoraba esta tierra, Ferragut desaparece, como si nunca existiera.

Un asesinato no esclarecido, una familia estigmatizada, una sociedad cruel que juzga y olvida a quien le ayudó, a quien le dio la mano, a quien generosamente creó, a quien vivió para ellos.

Y, sin embargo, mientras las cabezas olvidan, la ciudad recuerda y lo hace de la única manera que debe recordarse a un arquitecto: por la majestuosidad de su obra. Casas y chalets, hoteles e iglesias que conjugan el lenguaje tradicional de la construcción mallorquina con la fresca modernidad que recorría un mundo del que vivía al margen una oprimida España.

Así, mientras esa sociedad callaba, día tras día, año tras año, las construcciones por él proyectadas, erguidas y flamantes se empeñaron en seguir presentes, en seguir observándonos en nuestros paseos, mirándonos desde su altura. Pudieron ignorarle a él, pero no a ellas, pues por mucho que la sociedad calle, los muros, jardines, vidrieras y ventanales, monumentos y plazas, nos gritan su nombre: Cura, Lluch, Palmanova, Alcudia, Pollença, Valencia, Madrid, Palma, Cala Figuera, S’Illot, Llucmajor, Arenal, Soller … ¡Dios mío, son tantas!, que casi no entiendo cómo aun viéndolas a diario, sí, día tras día, año tras año, nadie ha escuchado su mensaje.

Frontones partidos para colocar una ventana, viviendas plurifamiliares de planta libre, vidrieras abstractas, decoración detallada, tan sutil y elegante como discreta y urbanismo audaz y visionario. Hizo tanto y, de ese tanto, lo hizo todo, mucho más allá de la misión de un arquitecto.

Melómano y cineasta, curioso del saber, este hombre culto, de porte refinado, de fe inconmensurable, coleccionista de vinilos, cuadros y revistas de arquitectura, diseño, cine, fotografía y arte, habitaba en el corazón de esa ciudad antigua que fotografiaba sin cesar, para dejar testimonio de lo existente antes de que los nuevos tiempos la transformaran. A modo de crónica, nos dejó en herencia negativos que nos ayudan a reconstruir un pasado reciente y planos encargados a su mano derecha, David Torres, quien completó su colección con alzados y plantas trazados con lápiz y tinta.

Altruista formaba parte de innumerables comisiones y lo mismo contribuía a la sección de cine amateur del Centro excursionista de Cataluña como al Festival de Pollença, a la Juventud seráfica, los papeles de Son Armadans, la Comisión litúrgica y la subcomisión de música y arte sagrado del Obispado, el Patronato de la Ciudad Antigua. Todos solicitaban su apoyo y su parecer y buen criterio. Si supierais, os cuento, que hasta el célebre cuadro Figura Valenciana de Anglada Camarasa fue quien lo compró y lo trajo a Mallorca.

Quién sabe, creyente como era, si no estará ahí arriba, codeándose con su admirado Corbusier o contándole a Mies o a Bunshaft cómo se inspiró en ellos para darle vida a la sede de GESA en Palma.

Querido Pepe, que tu cuerpo y tu alma sigan descansando en paz. A nosotros, a quienes te admiramos, nos toca seguir el entusiasmo que han iniciado tu sobrino José y su hija Mar y trabajar para devolverte a la vida a través de tu obra, cuidarla y elevarla al puesto que se merece, como legado para las generaciones venideras.

Ocurrió un 26 de febrero de hace 53 años. Que no pase ni uno más sin celebrar tu genialidad, maestro, y que, a partir de hoy mismo, lo que olvidemos sea solamente tu muerte y empecemos a celebrar como se merece lo único realmente importante: tu vida y tu OBRA.