¿Recuerdan Ustedes aquel anuncio de la tele en el que salía un caballero con un algodoncillo en la mano dirigiéndole la frase que aparece arriba a una señora dudosa de la limpieza de su vivienda?; ¿sí?, pues se me antoja que esa idea es aplicable no solo al mundo de la publicidad sino también a ésta especie de vorágine de actualidad que pasa sobre nosotros zumbando de forma constante.

Uno tiene la mala costumbre de, antes de opinar, razonar, y antes que eso analizar y para esto último instruirse de la cuestión, de forma que se evite esa tan arraigada costumbre nuestra de arremeter sin más con nuestro parecer cual cornamenta de rebeco, a las bravas, lo cual da lugar en no pocas ocasiones a caer en el ridículo, en la bravuconada, pero siempre en el error.

Ahora en esos nuevos círculos de opinión, llamados tertulias, abundan sobre manera los comentarios de si lo que «rapea» un determinado ciudadano es libertad de expresión o no; fíjense que no caigo en ésta letrillas, que son la parte fácil, en el tomar partido, eso se lo dejo a Ustedes; pero me he permitido, como el personaje del anuncio, el proponer una prueba para que los unos y los otros determinen si una frase, una canción o cualquier otro elemento que sirva para transportar eso que ha venido en denominarse derecho de opinión, es o no admisible en nuestra sociedad.

He acudido a algunos de los contenidos del rapero en cuestión que me permito plasmar a continuación: ¡Merece que explote el coche de Patxi López!; ¡No me da pena tu tiro en la nuca, pepero. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena tu tiro en la nuca, socialisto!; ¡Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono!; ¡Pena de muerte ya a las Infantas patéticas, por gastarse nuestra pasta en operaciones de estética!; ¡Prefiero grapos que guapos. Mi hermano entra en la sede del PP gritando ¡Gora ETA! A mí no me venden el cuento de quiénes son los malos, sólo pienso en matarlos!; ¡Merece también un navajazo en el abdomen y colgarlo en una plaza!; ¡Que li fotin una bomba, que revienten sus sesos y que sus cenizas las pongan en la puerta de la Paeria!.

¿Ya los han leído?, pues ahora, como si se tratara de un trabajo manual de primaria procedan a convertir en puntos suspensivos los sujetos pasivos, los perceptibles y los ausentes, de esas tan floridas rimas libres, de la siguiente manera: ¡Merece que explote el coche de ………………….!; ¡No me da pena tu tiro en la nuca, ……………….. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena tu tiro en la nuca, ………………..!; ¡Que alguien clave un piolet en la cabeza de …………………!; ¡Pena de muerte ya a las …………………….., por gastarse nuestra pasta en operaciones de estética!; ¡Prefiero ……………… que guapos. Mi hermano entra en la sede del ……….. gritando ………………A mí no me venden el cuento de quiénes son los malos, sólo pienso en matarlos!; ¡Merece también un navajazo en el abdomen y colgarlo en una plaza!; ¡Que li fotin una bomba, que revienten sus sesos y que sus cenizas las pongan en la puerta de la Paeria!. Y ahora vayan rellenando esos espacios vacíos con otros sujetos pasivos pero siempre procurando que aquellos sean personas, gentes, grupos, tendencias que les sean a Ustedes allegadas, cercanas, admiradas y hasta queridas, o simplemente con grupos y personas que Ustedes consideren que merecen un mínimo respeto y vayan cambiando los vivas y las alabanzas a esos otros grupos o personas que les son antipáticos.

Si tras finalizar el test siguen pensando que las anteriores ideas-fuerza del rapero en cuestión son respetables y hasta defendibles cuando se cambian sus destinatarios, Usted es un auténtico defensor de un derecho de expresión omnipotente, omnipresente, sin límites; si por el contrario alguna de las resultantes le provoca desmayo, asco, rabia o simple cabreo, entonces Usted es de los que piensan que ese sacrosanto derecho a la libertad de expresión, o mejor dicho su uso, no es ni tan sacro ni por supuesto tan santo. De nada.