Diario de Mallorca

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Alex Volney

Orgullo

La capilla de Cas Correu en 1992.

Sí, de esta ciudad y mártir de cientos de miles de demócratas agradecidos a su persona: Emili Darder, el último alcalde republicano de Palma. (Si llegada o llegado hasta aquí algo ya le ha molestado, entonces tiene un grave problema. Grave, sí, y obviamente esto no es para usted. Gracias).

A Darder, de familia acomodada, no se le perdonó nunca haber luchado por una sociedad más justa. Sus logros en lo social, sanitario e higiénico son bastante conocidos. (Si sigue leyendo, a su pesar, y es por ejemplo de los que hacen running por Bellver recuerde bien que no sortea chalets y disfruta de lo público, entre cientos de logros más, gracias a este querido alcalde. Inténtelo. No se marche).

Emili Darder en el momento de su vil y cobarde asesinato estaba casado con cuarenta y un años. De profesión médico, hombre de ciencia y humanista en todos los sentidos. Su recuerdo ha permanecido, y permanecerá, en la memoria como ejemplo de ciudadanía. No pocos de nuestros mayores han derramado lágrimas solo al oír su nombre por lo buena persona que era y por abanderar (junto a miles de personas más) a nuestros mártires. (¿De quién? Sí, claro, ahora mismo: ...de la democracia).

El mismo 18 de julio un policía municipal del mismo Ayuntamiento le había aconsejado salir de Palma: «volen posar un petard a ca seva» ¿A quién? ¿A mí…? Cuando se produjo la quema de la pequeña Iglesia de Santa Fe en la Calatrava, ¿ a dónde había ido a esconder y proteger las reliquias de la misma su párroco? A casa del bueno de Emili. Algo parecido a un socialdemócrata republicano y cristiano practicante. El alcalde terminó pasando la noche en Son Ferriol en casa de unos amigos. Diversos autores sostienen que con familiares. Hay que recordar que Can Xarpa en la carretera vieja de Sineu era de su familia en esos momentos, de hecho la familia Darder iba a menudo al Oratorio de Cas Correu a «oir missa» (capilla que es muy anterior a la iglesia de Son Ferriol). No pudo aguantar más y al amanecer decidió volver a casa, calle Antoni Planas, 31, eso sí, después de haber parado en el Gobierno Civil y ponerse al día de la situación militar en Mallorca.

El último alcalde republicano de nuestra ciudad pertenecía a Esquerra Republicana Balear y había sido elegido por sufragio universal antes del ilegal alzamiento que pronto afectaría a toda la población y sería un crucial capítulo de la hoy llamada Guerra Civil Europea, la que empezó en 1914 y terminó en 1945.

Josep Darder, su sobrino, con cuatro años, sintió el frío hierro en la nuca de una pistola de los «valientes jinetes de Alcalá», presenciando la detención de Emili en su propia casa. Darder se encontraba postrado, abatido de salud y anímicamente desconcertado. (Sí, si ha llegado hasta aquí le agradezco el esfuerzo, a su pesar, pero observe con atención su limpia mirada y el ejemplo de dignidad absoluta en su ser).

Emili Darder, alcalde de Palma. |

Emili Darder, alcalde de Palma. |

Cristiano practicante, solidario con los más desfavorecidos. Principal precursor en lo social y político de consensos. Les aconsejo busquen como fue tratado en Bellver precisamente por haber defendido la dignidad de los más débiles. Desde su detención hasta su gregario asesinato, cada paso sufrido fue un ajuste de cuentas con su dignidad democrática. Sí, los ilegales y los terroristas fueron exactamente los que lo torturaron cuando prácticamente ya había cogido el camino de la muerte. Con la salud al límite, angina de pecho incluida, no evitaría que la jauría se enojase porque no se aguantase derecho. La noche del 23 de febrero a las doce le habían comunicado que entraba en capilla. Diferentes historiadores muestran matices en los terribles detalles. Algún familiar directo aseguró en sus memorias haber recibido alguna inyección extra para paliar en su ser el poder aguantar a la chusma enfurecida a su alrededor. El Padre Atanasio (¿padre de quién?) le dejó un pañuelo para que se cubriese los ojos. Nuestro alcalde más muerto que vivo sobre una piedra, el griterío de toda esa gentuza a su alrededor contrasta con las lágrimas de agradecimiento hacia él y su familia de tanta gente todavía hoy. Con morfina o sin, el orgullo de una ciudad y de una isla entera masacrado cobardemente entre los aplausos de una multitud de psicópatas que enérgicamente se motivaban unos a otros. Entre todos ellos uno saltaría del público y bajándose la bragueta orinaría sobre el cadáver de una de las mejores personas que ha visto nacer esta tierra. ¿El linaje del cobarde en cuestión…? Una marca en vertiginoso retroceso como si de una colonia de primates se tratase.

Emili Darder, nuestro querido alcalde, había dejado unas letras de despedida a su hijita: «Ves amb el cap ben alt. Ton pare ha estat contrari a la violència. Jo he estat un home pacífic». Ningún líder o partido político actualmente posee su herencia. Mallorca fue regada con su sangre. Los árboles de la memoria no sombrean de odio esta tierra, pero mucho menos de olvido. ¿Puede algún juez en este país explicarnos por qué sale tan barato hacer hoy apología del genocidio?

(Espero que al final se haya dado cuenta que estaba leyendo una descripción de lo que es crimen de lesa humanidad). De nada.

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