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Miquel Àngel Lladó Ribas

AENA debe rectificar

Hace algunos años escribí un pequeño poema en el que trataba de describir las bondades del lugar que habito junto con mi familia, es Pont d’Inca, un pequeño pero històrico núcleo urbano del término de Marratxí. En ese poema, que lleva por título Locus vivendi, narraba las sensaciones que me producía pasear por los alrededores de Son Bonet, el aeródromo situado justo entre los núcleos urbanos de es Pont d’Inca, Pla de Na Tesa i Cas Capità, y sobre el cual ahora mismo AENA tiene intención de establecer un parque fotovoltaico de casi 20 hectáreas, con una inversión que supera los 13 millones de euros y que, según el proyecto que ahora está en fase de información pública, quieren que sirva para proveer el 40% de toda la energía que necesita el aeropuerto de Son Sant Joan. Las reacciones no se han hecho esperar: de manera espontánea pero notablemente participativa ha surgido una plataforma vecinal, «Son Bonet Pulmó Verd», que se opone frontalmente al proyecto, pues uno de esos solares fotovoltaicos, el mayor de los cuatro previstos en la zona, llenaría prácticamente de placas solares el único espacio del que disponen los vecinos de los citados núcleos urbanos para pasear y respirar algo de aire fresco en sus ratos de ocio.

Pero esa, con ser importante, no es la única razón por la cual cabe oponerse al parque fotovoltaico de AENA. Son Bonet es parte de la historia de Marratxí y de Mallorca, como también del turismo de las Balears, y AENA lo sabe más que nadie: fue el primer aeropuerto de la isla, allá desde su inauguración en el año 1921 como base militar -antes y durante de la guerra- y pasando por un largo período de vuelos comerciales (Iberia inauguró aquí en 1939 sus primeras líneas aéreas a Barcelona y Madrid), hasta su substitución por el aeropuerto de Son Sant Joan en julio de 1960. Según el Catálogo de Elementos de Interés Artístico, Histórico, Ambiental y de Patrimonio Arquitectònico del término municipal de Marratxí, aparecen definidos con una tipología y estilo propios inmuebles como la torre de control, la terminal aeroportuaria, los edificios destinados a oficinas, los hangares y otras construcciones auxiliares. Esa misma ficha establece como elementos a salvaguardar «Todos los que le dan su valor tipológico y estilístico». En el documento se destaca asimismo que es muy importante que cualquier intervención en el entorno se lleve a cabo «con las mismas técnicas constructivas y con la misma dignidad de ejecución», algo que no parece para nada compatible con el impacto que producirá, si no se evita el desaguisado, la instalación de más de 30 mil placas fotovoltaicas no solo en la parcela verde a la que antes me refería, sino también en los terrenos cercanos a los citados edificios en los que se ubica el actual aeródromo, gestionados por la propia AENA.

El debate no es nuevo. Desde diferentes asociaciones y colectivos que trabajan por la protección de nuestro medio ambiente y nuestro patrimonio (GOB, ARCA...) se ha alertado sobre la amenaza que supone la instalación indiscriminada de parques fotovoltaicos, tanto en suelo rústico como en entornos de singular valor patrimonial. La postura de estas asociaciones se podría resumir a mi juicio en un sensato y necesario «energías limpias sí, pero no a cualquier precio». El caso de Son Bonet resulta paradigmático y es una buena muestra de ello, por lo que AENA debe rectificar y buscar un destino alternativo para su proyecto, más eficiente energéticamente (Son Sant Joan está lejos de esas instalaciones y debería transportarse la energía a través de un complicado entramado de cables y subestaciones) y mucho menos perjudicial para los vecinos y el patrimonio del municipio. Así parecen haberlo entendido tanto el Ayuntamiento -que el pasado 26 de enero aprobó una declaración institucional contraria a la realización del proyecto- como algunos de los partidos que actualmente gobiernan nuestra Comunidad Autónoma, que presentarán una PNL al Parlament en la que se instará a AENA para que retire su proyecto de parque fotovoltaico en Son Bonet.

Son Bonet, en suma, forma parte de nuestra historia y de nuestro pasado como ciudadanos de Marratxí. Es decir, forma parte de nuestra cultura. AENA debe ser sensible a ese hecho y no puede conculcar todo ese bagaje con un proyecto que hipotecaria definitivamente este legado, del cual ella misma es una importante protagonista. AENA, en suma, debe reflexionar y ponerse del lado del verdadero progreso, que no es otro que aquél que compagina el desarrollo y los avances sociales con el respeto a la cultura y el patrimonio del lugar en que éstos se desenvuelven. Es así de sencillo y así de posible, siempre que exista voluntad de hacerlo y de contribuir así a la creación de esa sociedad sostenible, justa y civilizada que tanto echamos en falta.

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