Los médicos que están en el ejercicio profesional de su carrera y no en la política suelen ser remisos a criticar a los gestores porque no quieren que haya confusiones: ellos actúan con criterios estrictamente técnicos. Sin embargo, es ya reiterativa la opinión de numerosos expertos que lamentan la improvisación con que actúan las comunidades autónomas al adoptar y levantar medidas de seguridad.
Algunos responsables políticos dicen que la restauración y la hostelería son fuente de contagios y otros que no; se escucha la frívola afirmación de que los grandes centros de contagio son los hogares particulares (es obvio que si un miembro de una familia se infecta, todos los componentes de la unidad familiar se contagiarán); se oye que los verdaderos focos están en las concentraciones deportivas o artísticas, en los gimnasios, en los grandes almacenes o en los supermercados… Y lo que realmente sucede, dicen los mentados expertos, es que no se puede saber a ciencia cierta cuáles son los focos de contagio porque no se hacen suficientes rastreos. En la mayoría de las CCAA, menos del 15% de los casos son seguidos por especialistas que busquen el origen de contagio para ponerle coto. En otras palabras, las comunidades autónomas hablan de oído y atribuyen sus decisiones a razones objetivas cuando en realidad de lo que se trata es de irritar lo menos posible a los ciudadanos y de decirles preferentemente lo que quieren escuchar.
Esta es la realidad, particularmente grave en la Comunidad de Madrid, con grave carencia de rastreadores, donde Ayuso tiene ideas muy particulares, y a menudo contradictorias, sobre las medidas de seguridad.
