Opinión
José Manuel Ponte
El PP en el país de «nunca jamás»
A poco de iniciarse el siglo XX, se estrenó en Londres una obra de teatro del escritor escocés James Barrie (Peter Pan y Wendy) que muy pronto se haría famosa en todo el mundo al ser versionada para el cine. Trata sobre un niño de diez años de edad que no quiere crecer, odia a los adultos y se hace acompañar por un hada que le permite volar hacia un país de fantasía, el País de Nunca Jamás, donde habitan los Niños Perdidos. El personaje de Peter Pan ha sido objeto de numerosos estudios, incluidos los psiquiátricos, hasta el punto de que se conoce bajo esa denominación el síndrome que acreditan padecer diversas manifestaciones de infantilismo, inmadurez y miedo a asumir responsabilidades propias de las personas adultas.
Este es, digámoslo de forma resumida, el argumento de la obra de James Barrie aunque también cabrían otras interpretaciones no menos interesantes. Últimamente la expresión ‘nunca, jamás’ es utilizada de forma tan reiterada como contundente por todos aquellos políticos que comparecen ante la judicatura y los medios para negar su implicación en alguno de los muchos casos de corrupción en que se ha visto envuelto el partido que fundó, y refundó, el fallecido político gallego Manuel Fraga Iribarne. «¡Nunca, jamás!», protestan de forma airada los encausados, a poco que empiezan a sentirse agobiados por la presión de los medios.
Se lo hemos oído decir, poniendo los ojos en blanco y la mano sobre el corazón, a Esperanza Aguirre, a Ignacio González, a Francisco Granados, a Rodrigo Rato, a Francisco Camps, y a la larguísima lista de investigados en procedimientos penales que hemos conocido en estos años.
La última en llegar al País de Nunca Jamás ha sido doña Cristina Cifuentes, expresidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid de la que se sospecha que falsificó (u ordenó falsificar) documentos de un máster que, al parecer, no cursó en todo o en parte. Por lo que vamos conociendo de este maldito embrollo, la señora Cifuentes ha sido la primera víctima del escándalo que ella misma alimentó al querer presentarse ante la opinión pública como el azote de la corrupción del PP madrileño tras la etapa de Esperanza Aguirre e Ignacio González. Un papel de «ángel vengador» que alentó la difusión de un vídeo en el que podía vérsela retenida por los guardias de seguridad de un supermercado en el que supuestamente había robado dos botes de crema hidratante allá por el año 2011
Ahora la Fiscalía pide para ella tres años y tres meses de cárcel por inducir a la falsificación de un documento público, mientras que la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), que defiende la honorabilidad de la institución universitaria, eleva la petición de pena hasta cuatro años. Falta por saber si la invocación al rey emérito resistirá la duración del juicio hasta la sentencia definitiva o para entonces le será retirada, como empieza a suceder con tantas otras calles, plazas, jardines, buques de guerra, hospitales y resto de instituciones que le fueron dedicadas bajo su patrocinio.
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