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Bernat Jofre

Sueldos pandémicos, políticos «bailados»

Que alguien haya decidido seguir cobrando lo mismo que antes de la pandemia y no haya eliminado las impopulares dietas no ha sido un accidente sino contumaz reincidencia

Cuando un articulista firma con su correo electrónico o identificador en Twitter, suele perseguir la tan ansiada interacción con el lector. Si al producirse ésta es de calidad y con ánimo constructivo, es realmente reconfortante .

No haría esta introducción si no hubiera sido por el educado cambio de correspondencia electrónica habida con un conocido político mallorquín a raíz del artículo Desafectados: ¿Manca finezza?, aparecido el viernes 14 del presente. Escribí que no había demasiada diferencia entre los partidos políticos en cuanto a sensibilidad para con el ciudadano y la salvaguarda del sueldo parlamentario. «Se equivoca», escribió mi amable interlocutor «usted se rige por los resultados y no por las iniciativas al respecto». Me adjuntó el génesis de todos los debates referentes a las retribuciones parlamentarias. Qué partidos han sido innovadores y cuáles los inmovilistas. Comprobando que la potente idea de la minoración de salarios directos como de dietas por mor del virus Sars-Cov-II ha sido rechazada tres veces a lo largo del 2020. Todas presentadas por Proposta per les Illes, todas denegadas. En la Junta de Portavoces a principios de abril, mediante Proposición No de Ley a finales del mismo mes y para acabar, mediante una Propuesta de Modificación a los Presupuestos Generales de la CAIB, presentada día veintiséis de noviembre. «En vols tassa? Tassa i mitja...»

Porque es con esta actitud autista a los acontecimientos exteriores donde los y las legisladores no entienden - o no quieren, que es peor - lo que Joan Riera ya ha avisado diversas veces desde su Tempus est Iocundum, publicado en este periódico : la supina insensibilidad demostrada desde el antiguo Círculo Mallorquín para con la ciudadanía en general. Cuando uno lee las razones por las cuales se rechazaron en su día las dos primeras mociones y propuestas, son de vergüenza ajena. Estábamos en abril, en plena escalada. Por las mismas fechas, el pleno del Parlamento gallego decidió proceder a una reducción del 30 por ciento de su nómina durante dos meses. En tiempo récord y sin excusas. Quizás Núñez-Feijóo pueda ser presidente del Gobierno por algo que aquí se añora: liderazgo.

Sus señorías se creen con el derecho de decidir sobre el cierre de negocios o el recorte de nóminas mientras no han querido o podido reducir las suyas

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Pero es que en diciembre, durante la tramitación de los Presupuestos de la CAIB (tiempo suficiente como para haber acordado alguna medida razonable al respecto) se volvió a insistir en la cuestión de una cierta moderación salarial. Con un sonoro fracaso. Lo cual nos podría llevar a una triste conclusión: presuntamente, el objetivo de algunos ha sido seguir percibiendo el mismo pecunio. O lo que es lo mismo: que alguien haya decidido seguir cobrando lo mismo que antes de la pandemia y no haya eliminado o reducido las impopulares dietas no ha sido un accidente. Tampoco «unas diferencias en el porcentaje en los descuentos» o «una carrera demagógica», tal como se dijo en abril. Como dirían los clásicos, contumaz reincidencia. Que cada uno acepte su parte de responsabilidad, pero las votaciones y actas están ahí. En algunos casos, desazón da el leerlas.

El Parlament balear viene a demostrar lo que Narciso Michavila - especialista en análisis electoral y presidente de la consultora GAD3, una de las más influyentes del país - bautizó hace muy poco como el «baile del virus». Es decir, los grandes partidos españoles no han entendido la importancia que va tener el Sars-Cov-II en los próximos comicios electorales. Según el afamado sociólogo, la covid-19 y sus medidas (o contradicciones) «bailarán» las próximas autonómicas y locales. Obvio las catalanas. Por tanto, toda medida simbólica va a ser muy bien recibida por una exprimida población. No importa «lo que» se llegue a ahorrar. Sino «que» se ahorre, que es muy diferente.

Muy bien haría la Mesa del Parlament en convocar una reunión extraordinaria sobre tal cuestión. Y acordar con carácter de urgencia dos enmiendas adicionales «a posteriori» a los Presupuestos Generales de la CAIB: 1- La supresión de toda dieta no justificada a cualquier cargo electo, político y/o de confianza, sea ésta parlamentaria o durante el ejercicio de su gestión como alto cargo público, incluyendo dicha interrupción del apercibimiento del dietario a los titulares de puestos de confianza en Consejos de Administración en empresas públicas. 2- La renuncia de una o dos pagas extras a cualquier cargo electo, político y/o confianza. Sean éstos parlamentarios o cargos de nominación directa. Bien como detentores de puestos de responsabilidad en la estructura de gobierno de la Comunidad o bien como gestores de empresas públicas o dependientes en régimen de concierto con otras Administraciones Públicas y Govern.

Que la antes citada no quisiera volver a debatir una cuarta vez sobre los honorarios públicos y políticos tal y como en las tres precedentes del PI (en honor a realidad, fue secundado «in voce» por Unides Podem y Més ) quizás devendría en insultante. Dando más munición a los mismos manipuladores de la manifestación del día doce para continuar su escalada demagógica. La misma que utilizó Mussolini para marchar sobre Roma en octubre de 1922. Pareja a la que hábilmente orquestó Goebbels para dar la cancillería a Adolf Hitler en el año 1933. Porque si bien es cierto que los restauradores no pueden más, no lo es menos que la ultraderecha mallorquina se apropió de un legítimo estado de ánimo para canalizarlo a su favor.

De PSOE, PP, Ciudadanos y VOX depende mayormente encontrar una solución al problema que han creado. Especialmente el primero, quien ha acordado con la ultraderecha sus honorarios: una votación en común puede ser accidente, tres ya es, lisa y llanamente, pacto. Extraños compañeros de cama provoca el parné. Pero más que constatar ciertas alianzas de conveniencia, lo asaz inquietante es que sus señorías se crean con el derecho de decidir sobre el cierre de negocios - nadie lo discute - o la reducción del poder adquisitivo de miles de nóminas... mientras en casi un año no hayan coincidido o tenido tiempo para estudiar en cómo reducir las suyas. Ya es mala suerte.

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