Entre la variedad de requisitos que debe tener la regulación del sector público, figura la información y el control necesario para su cumplimiento. En el ámbito de la información y refiriéndonos concretamente a las restricciones a la libertad incorporadas en las normas relativas a la pandemia, hay que señalar, en primer lugar, la relativa a los datos imprescindibles, en este caso de la pandemia, que justifican la toma de decisiones. En este contexto, obviamente se nos anuncian la velocidad en el crecimiento de los contagios y las limitaciones de los recursos hospitalarios. Falta, sin embargo, que se dé a conocer algo que supuestamente posee la Administración. Nos referimos al tema del origen de los contagios que grosso modo se deberían difundir.
Ello debe vincularse a otra vertiente de la información que tiene que ver con la necesaria difusión de las razones que llevan a implementar las medidas, aspecto muy trascendente para su aceptación ciudadana. No siendo suficiente ofrecer los imprescindibles datos sanitarios. Es preciso incorporar la explicación de las razones económicas, psicológicas y de otro tipo.
Pongamos un ejemplo plenamente de actualidad que entronca con el título de este artículo. En estos días está en boga entre los científicos ante la gravedad de los contagios, recomendar un confinamiento total, sin especificar las excepciones, de una duración limitada a unas tres semanas en promedio. A su vez la Administración estatal no lo ve todavía necesario y suponemos que un número significativo de Autonomías tampoco. Todo ello, insistimos, sin incorporar la información suficiente. Es cierto que los motivos económicos parecen estar muy presentes. No queremos entrar en la discusión de si las medidas deben ser centralizadas o debe prevalecer que la toma de decisiones sea autonómica, aunque algo se puede decir.
En contra de una opinión extendida, ¿no sería mejor para Balears beneficiar a su economía decretando con autorización estatal un confinamiento total justamente por ser una economía que se ampara en un turismo específico? Es evidente que las islas difícilmente podrán soportar una temporada alta como la anterior con el añadido de una Semana Santa que en principio es difícilmente salvable. Ante esto, debemos esperar varias acciones para beneficiar al turismo. En primer lugar, los países emisores deberían acelerar la vacunación y, al menos en el caso europeo, contar con el documento de vacunación. Parece que el Reino Unido, a pesar de sus terribles cifras, está vacunando a un ritmo elevado. En segundo lugar, como destino turístico Balears debe acelerar este proceso. El turismo supone relaciones personales que lo aconsejan más que otras actividades productivas por lo que debería incluso recibir un porcentaje mayor a la media. En cambio, parece que nos envían un porcentaje menor al 2% que correspondería a nuestro peso en la población española. Y en tercer lugar, reducir nuestra elevada tasa de contagios que hoy resulta insoportable con el confinamiento total aunque breve, para mejorar lo antes posible las previsiones turísticas del futuro próximo.
A partir de la normativa a día de hoy, entendemos la posición muy crítica de algunos sectores como la restauración y los bares cuando no se ha discriminado entre los que ofrecen desayuno y comida y los que por ejemplo, dan cobertura a encuentros de gente joven y no tan joven en tardeos y similares. Entendemos que el mencionado requisito del control de los que no cumplen y los que si lo hacen apenas se haya ejercido. Entendemos que aunque sin cifras, posiblemente la única causa real sea reducir la movilidad sin que haya sido suficientemente explicada. Qué más quisiéramos todos que las medidas actuales den resultados positivos. Si no es así, habría que implementar y explicar normas más duras que permitan obviamente una mejora sanitaria, pero también una temporada turística venidera que nos aleje del colapso.
