Estrella desapareció el día de Nochebuena. Dijo que salía a dar una vuelta y no volvió. Desde entonces, tanto las instituciones con competencias en esta materia, como su familia, sus amigos y sus conocidos, han estado buscándola sin éxito. Siempre que observo un cartel que informa sobre la desaparición de una persona, miro atentamente su foto y trato de imaginarme lo que le habrá pasado, dónde estará, cómo se sentirá. También pienso en el desconcierto y en la preocupación de su familia y de sus amistades, conviviendo a la vez con su ausencia y con la esperanza de encontrarla, mientras acuden en su búsqueda. Cualquier momento es malo para desaparecer, pero es cierto que cuando hace mucho frío y llueve como ahora, parece que la situación es mucho peor. Por lo menos eso es lo que sienten las personas que la quieren y la echan en falta. De hecho, según el Informe 2020 de personas desaparecidas del Centro Nacional de Desaparecidos (ministerio del Interior), diciembre, según el porcentaje de casos atendidos por mes en 2019, es el mes en el que el número de personas desaparecidas es menor que en el resto del año.

En el caso de Estrella, además de observar su fotografía tratando de averiguar quién es y qué le ha sucedido, a lo largo de estos días he podido acercarme más a ella. Ha sido a través de su lugar de trabajo y de las personas que la conocían, tanto en la vida familiar como en la vida profesional y social. Estrella es miembro de nuestra Universidad ya que trabajó en la UIB prácticamente desde que se creó y hasta su reciente jubilación. También es una persona activa preocupada por su entorno, como refleja su militancia sindical y política y su interés por la ornitología y por los gatos. Estrella es miembro de la asociación el Club del Moix «encargada del cuidado y mantenimiento de los gatos que viven en la UIB así como de buscarles adopción a los que más lo necesitan», como recoge la información de su página en Facebook.

Todas las personas que forman/formamos parte de esos vínculos, cercanos o lejanos, con Estrella salimos en su búsqueda con ese sentimiento de vacío y de esperanza. Es lo que hay que hacer pienso, es lo que nos gustaría que hicieran quienes nos rodean, de darse el caso: preocuparse y ocuparse. Darle vida y sentido a la mujer que sale en la foto del cartel de su búsqueda. No es una persona anónima, se llama Estrella, tiene familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. No se diluye en el anonimato de una foto porque tiene entidad y personalidad propia, y ese es un esfuerzo que se requiere para hacerla presente mientras se va en su búsqueda, mientras se habla de ella, mientras se piensa en ella.

La foto actual del cartel elaborado para la búsqueda de Estrella refleja la mirada de una persona enferma, como recoge la información que se incluye en el mismo: «necesita medicación», dice. El año 2020 y el inicio de 2021 han sido y están siendo muy difíciles para todos. La salud mental de la población se ha visto alterada en mayor o menor medida durante la pandemia. En el trabajo recientemente publicado sobre la covid 19 que realizamos al inicio del estado de alarma con población general, informamos de un 9,6% de distrés en la muestra analizada. Si atendemos a la cronicidad de algunos problemas de salud mental, ésta es una aliada que potencia el desgaste personal en sentido amplio. Esa erosión que produce la situación de incertidumbre, la reducción de la conexión social, la falta de recursos afectivos y sociales y la reducción de las opciones de cuidado. Todo ello, como también reflejan los datos de algunos estudios recientes llevados a cabo en distintos momentos de la pandemia -con subgrupos de población con problemas crónicos- tiene su correlato en el empeoramiento de la salud mental.

La covid 19 ha obligado a dedicar la mayoría de los esfuerzos de los recursos para erradicarla y ello, siendo necesario, ha traído aparejado la disminución de la atención a otros problemas, nuevos o crónicos. La salud mental es una de ellas y requiere tenerlo presente en la atención específica de este colectivo.