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Joaquín Rábago

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Joaquín Rábago

¿Autoindulto de Trump?

Mientras, tras el asalto del Capitolio por sus fanatizados seguidores, se propone desde filas demócratas la destitución de Donald Trump, como permitiría la enmienda 25 de la Constitución, muchos hacen cábalas sobre si el presidente de EEUU puede o no concederse un autoindulto.

Es algo que no ha ocurrido nunca, pero ya se sabe que este presidente tan errático como despótico ha roto muchos moldes en sus cuatro años de mandato, por lo que no sería totalmente inverosímil.

Trump ha utilizado hasta ahora la facultad de perdonar a delincuentes que le concede la Constitución para indultar a sus amigos y ex asesores, además de a otros felones así como a violadores del derecho internacional humanitario.

No es que el demócrata Bill Clinton, por ejemplo, no hubiese cometido también abusos, al indultar, por ejemplo, al multimillonario Marc Rich, generoso donante de su partido y prófugo de la justicia norteamericana, que le perseguía por evasión de impuestos.

Algo muy distinto, por cierto, de lo que hizo el tantas veces denostado por los conservadores Jimmy Carter, quien indultó en su día a miles de objetores de conciencia que se habían opuesto a servir en la guerra del Vietnam.

Pero un eventual autoindulto del peor presidente de la historia el país sería un acto inconstitucional, según muchos expertos, ya que violaría el principio jurídico de que nadie deber ser al mismo tiempo juez y parte. Uno de los presentadores de la cadena de televisión favorita del presidente, Fox News, llegó a decir que Trump debería autoindultarse y perdonar también a sus familiares.

Lo más delirante del caso es que de momento ni el presidente ni sus allegados han sido acusados de ningún delito federal, por lo que un indulto sería algo así como una especie de vacuna, ahora que las vacunas están en la boca de todos por culpa de una terrible pandemia de la que el presidente parece solo burlarse.

Es, sin embargo, cierto que otro presidente republicano, Gerald Ford, indultó en su día a su correligionario Richard Nixon, el del escándalo del Watergate aunque ése no había llegado a ser acusado por ordenar el espionaje al Partido Demócrata.

A su vez, Trump podría haberlo sido por supuesta violación de las leyes federales al presionar a una potencia extranjera, Ucrania, para que investigara los negocios de un hijo de su rival demócrata, Joe Biden, a fin de perjudicar electoralmente a este.

O también de haber violado las leyes federales sobre fraude electoral con su llamada al secretario de Estado de Georgia para que «encontrara» los 11.780 votos que le faltaban para ser declarado allí ganador en las últimas presidenciales.

Sin tener que proceder al autoindulto, existe también la posibilidad teórica de que Trump optara por dimitir en el último momento para que fuera su fiel vicepresidente, Mike Pence, quien le perdonase.

Un eventual indulto afectaría en cualquier caso solo a los delitos federales, pero no a los cometidos, por ejemplo, antes de su mandato como la evasión de impuestos que desde hace tiempo investiga, por ejemplo, la fiscalía del Estado de Nueva York.

Si, pese a todo Trump decidiera seguir en el puesto hasta el último día de su mandato, para el que quedan menos de dos semanas, y autoindultarse antes de abandonar la Casa Blanca, crearía un precedente que podría acabar en el Tribunal Supremo del país, actualmente dominado gracias a él por los conservadores.

Sería en cualquier caso un terrible precedente ya que demostraría que el presidente de EEUU está por encima de la ley, con lo que un eventual sucesor podría abusar, como ha hecho el propio Trump, de tan poderoso cargo para el lucro personal, obstruir la labor de la justicia o impedir que se investigase cualquier actividad anticonstitucional.

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