Hay extremos en que el poder de las idealizaciones aplasta la racionalidad a tal punto que se hace difícil diferenciarlas del delirio.

El pasado 7 de diciembre se conoció la noticia de la muerte de Joselyn Cano, llamada la Kim Kardashian mexicana en alusión a su popularidad asociada a su cuerpo hiper voluptuoso y sexualmente emblematizado.

Joselyn tenía 29 años y la causa de su muerte fue una cirugía plástica para modelar los glúteos.

El procedimiento quirúrgico conocido como BBL, Brazilian Butt Lift (algo así como levantamiento brasileño de glúteos) consiste en inyectar grasa autóloga u otras substancias debajo del músculo que según la Administración de Alimentación y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) puede provocar embolia pulmonar o la muerte de la paciente. Incluso las Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos manifestó que, si bien toda operación tiene riesgos, la de glúteos mata más pacientes que ninguna otra.

Paralelamente a la lucha contra el trato de la mujer como objeto, las redes muestran que sigue existiendo una fuerte tendencia en el imaginario social a la alienación de lo femenino en la imagen sexualizada.

A los psicólogos no nos sorprende que mientras figuras como Jennifer López, Nicki Minaj o las Kardashian llenan las redes sociales o las pantallas de televisión con sus asentaderas perfectas, o incluso desmesuradas, algunas mujeres con problemas de autoestima se obsesionen con ese ideal sin importarles que pueda ser el último de sus vidas.

Uno de los aspectos más sorprendentes y sugestivos es que esta riesgosa decisión no está ligada a la búsqueda de una seducción más eficaz para conseguir los beneficios de ser amadas.

La hermosa Joselyn era una influyente modelo y diseñadora de moda con más de 12 millones de seguidores.

¿Entonces por qué y para qué?

La respuesta es la misma que para todo proceso de fetichización. Se trata de cuando un objeto, persona o como en este caso la propia imagen, se carga con un ideal de plenitud como en cualquier delirio de grandeza.

La única diferencia entre quienes son abducidos por la adoración ciega a un líder y quienes persiguen la embriaguez narcisista radica en si el soporte está en el propio cuerpo o en un personaje externo.

La expresión popular «no dar puntada sin hilo» se suele utilizar peyorativamente para conductas consideradas interesadas y oportunistas. Sin embargo, que las conductas estén orientadas a una finalidad es esencial para el desarrollo vital.

En un funcionamiento psíquico saludable, las motivaciones e ilusiones se asocian a la búsqueda de un beneficio que redunda en un enriquecimiento de contenidos vitales.

Por ejemplo, el esfuerzo de un comercial por empatizar con un potencial cliente para venderle un producto o la seducción para conseguir una pareja tienen necesariamente, motivación, esfuerzo y finalidad.

En cambio, en el caso del fetichismo narcisista, como el de la malograda modelo, se produce lo que los psicólogos llamamos «introversión de la libido».

Es decir, la motivación cierra circuito sobre el propio yo transformándolo en un emblema y creando un universo vital vacío y estéril.

Así como en el silencio cualquier sonido se agiganta, estas personas desarrollan una especie de hipocondría mental obsesionándose con el propio cuerpo. Este mismo patrón obsesivo puede recaer tanto en la salud, la estética como en la fobia a la contaminación por gérmenes que se diagnostica como TOC (trastorno obsesivo compulsivo).

Hay una escena histórica del cine de humor que desnuda el vacío que puede haber detrás de la belleza como único valor.

En el film ‘Animal Crackers’ estrenada en España con el título ‘El conflicto de los Marx’, el corrosivo Groucho se mofa de la bella y tonta Señorita Ritten-Rotten diciéndole «Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida, lo cual no dice mucho a su favor».