Diario de Mallorca

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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Agotamiento pandémico

Se me está olvidando viajar. Recuerdo cuando cogía el tren o el avión para dar una conferencia o presentar un libro aquí o allá. Desde hace tiempo solo voy de un sitio a otro de mi barrio, de un sitio a otro de mi casa. Si la maleta tuviera alma, se sentiría vacía porque está realmente vacía. Hueca. Uno de los lugares que más visito de mi barrio es la farmacia. Lo hago con cualquier excusa: para comprar pañuelos de papel o pastillas para la garganta. Cosas inocentes, como ven. Tengo cierta amistad con unas de las farmacéuticas, muy joven y muy bien informada.

- ¿Qué quieres hoy? -me dice.

- Cualquier comprimido que me puedas dar sin receta -le digo.

Cada vez son menos las cosas que se pueden adquirir sin prescripción médica en estos establecimientos. Si no hay mucho público, la boticaria y yo hablamos un rato de la vida mientras me envuelve unos caramelos de eucalipto. Tiene un novio al que le amputaron hace un par de meses la pierna izquierda. Me lo contó con toda naturalidad tras recomendarme un suplemento alimenticio para los picores de los tobillos. Pienso yo que perder una pierna no poca cosa, pero, dado que ella no le dio importancia, tampoco yo quise hacer un drama de ello. Me quedé con ganas de preguntarle qué habían hecho con la extremidad desechada, pero no me pareció correcto. Creo que las incineran, no sé si con su calcetín y su zapato.

La imagen de esa pierna suelta, que imagino bastante peluda, me asalta con frecuencia.

- ¿Qué piensas? -dice mujer.

-Nada -digo yo.

-Nada, no. En algo pensarás.

-Al novio de Pilar, esa farmacéutica amiga mía, le han amputado una pierna, la izquierda. Pienso mucho en ella.

Mi mujer suspira y vuelve a subir el volumen de la tele. Comprendo que le carguen mis obsesiones.

-Necesitas volver a viajar -dice-, moverte.

Por la noche voy a ver la maleta, que hasta hace unos meses era una compañera inseparable y estoy a punto de abrirla para comprobar que sigue vacía. Pero no lo hago por miedo a hallar en su interior la dichosa pierna. Me estoy volviendo loco.

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