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Bernat Jofre

Vacunas, «periodistas» y expertitudes

Cinco zonas ricas del planeta han comprometido más de la mitad de la producción de la vacuna contra la covid

Vacunas, «periodistas» y expertitudes BERNAT JOFRE I BONET

Hace unos días, la vicepresidenta del Gobierno ​Carmen Calvo sorprendió a propios y extraños loando al director del Centro ​de ​Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del ministerio de Sanidad, ​Fernando Simón Soria. Ríos de tinta han corrido. Indignación y camisas rasgadas entre la crème de la crème periodística capitalina. En algunos casos, escribanos que atesoran experiencia, contactos y don para la escritura. Pero deberían ser muy conscientes que están ocupando un lugar de trabajo que por mérito quizás debería corresponder a otra persona, sí titulada como periodista y con méritos suficientes para hacerlo quizás igual o mejor que muchos de ellos.

Profesional que muy probablemente hubiera reparado en que - una vez más - el mundo desarrollado va a condenar al subdesarrollado con ocasión del reparto de las vacunas contra el virus Sars-Cov-II. Y es que tal como se puede leer en el excelente reportaje de ​Gemma Saura i Barrera firmado este domingo en La Vanguardia, las inyecciones contra el covid-19 se las van a poner los ricos. Es decir, gran parte de los habitantes de los países desarrollados y lo que se llama «el club del 1%» residente de los países en vías de desarrollo.

La comunicadora catalana saca tal conclusión del Duke Health Innovation Center, instituto de búsqueda farmacológica puntero en Estados Unidos. Dependiente de la nada sospechosa revolucionaria Duke University, con el cristianismo protestante del lejano Oeste hemos topado: Duke es centro docente privado, dependiente de cuáqueros y metodistas. Según el último estudio de la prestigiosa universidad se han vendido 7.300 millones de dosis inmunizadoras. Si todas acabasen funcionando, se podría vacunar a la mitad de la población mundial, pues se requieren dos tomas para un efecto total en el organismo humano.

La realidad es otra muy diferente: cinco zonas ricas - Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá, Japón y Australia - han comprometido el 52,7% de la producción. 3.850 dosis para el 13% de la población, sinedo exactos. Frente a eso, la Organización Mundial de la Salud a través de su fondo de compra solidario Covax tan sólo ha podido adquirir 700.000 tomas para el resto del mundo. Es decir, 350.000 personas tratadas en su totalidad. Menos que Palma, Menorca o Eïvissa, para hacernos una idea.

Se compara la brecha médica que se está a punto de abrir con la que ya se vivió a principios de los noventa. La batalla que se dio en ese momento por las patentes retrovirales fue feroz. El resultado es el que conocemos todos: el VIH está en su máximo apogeo en África y Asia. No así en el resto del mundo. La OMS miró hacia otro lado.

¿Vamos hacia ese mismo desenlace? Parece que sí. Pues Canadá ha reservado dosis suficientes para vacunar más de cinco veces a toda su población, el Reino Unido casi tres veces y la UE dos. Entonces los 67 países que sólo pueden recurrir al Covax apenas podrían proteger el 7%. Demasiado lejos del objetivo de la OMS de inmunizar el 20% en los países pobres el año próximo.

Amnistía Internacional denuncia el acaparamiento sin escrúpulos del Norte desarrollado en detrimento del Sur. O la no financiación de la investigación a través del Covax para que todo el mundo se beneficie, sino a través de grandes corporaciones farmacéuticas que - sigue denunciando la ONG - han hecho lo que han querido con recursos públicos, sin demasiado control.

Aquí subyace otro debate mucho más intenso: el de los derechos humanos. A la par que algunos dirigentes se llenan la boca con mensajes solidarios para según qué causas, con sus acciones perjudican el acceso de sus teóricos protegidos a las vacunas.

Pero mientras tanto, hablamos de una vicepresidenta que, efectivamente, no domina oralmente el castellano. Grandes periodistas, efectivamente. Otra cosa es que la afectada se pueda esforzar un poco más, la cual cosa sería de agradecer.

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