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Por un beso de ‘La Flaca’

Las críticas al «gordo» de la lotería por ser un lenguaje discriminatorio hacia las personas obesas

La última tuiteada de turno relaciona el primer premio de la lotería nacional que toda la vida se llamó el «gordo de Navidad» con un lenguaje discriminatorio capaz de incentivar el acoso a las personas obesas, cuando la tendencia nutricional y endocrina de nuestros organismos sitúa a una de cada dos personas con más peso del deseable, yendo a marchas forzadas hacia dos de cada tres con obesidad.

Los censores del lenguaje no han podido demostrar, hasta la fecha, que los sutiles anuncios de la lotería de Navidad se hayan realizado con personas gorditas, lo que hubiera supuesto un escándalo. Estos correctores de lo políticamente correcto promueven leyes con una facilidad pasmosa, con lo que el derecho debe, cuanto antes, abrirse a más ramas de lo familiar, penal, administrativo o civil llegando al derecho faltoso, viendo el tinte doloso con el que rebuscan el insulto cuando uno es premiado con el pastizal del «gordo» navideño. Vygotski, al igual que el antropólogo Boas, destacaron la calidad lingüística de muchas tribus de las que deberíamos aprender. Así, la palabra cervantina «gordo» se usa y abusa como un hiperónimo en una lengua que presume de universal, cuando los que llamamos salvajes tienen hasta cuarenta formas distintas, por ejemplo al nominar la nieve, algo impensable para el término castellano «gordo» cuyo recorrido está en espesar el caldo, entrar en carnes o un premio de lotería.

Sería aconsejable ampliar la nómina de lingüistas y sobre todo el diccionario antes de dar trabajo a los juristas a los que hacemos la vida imposible con tanto principio de precaución o leyes contracultura. De seguir así, acabaremos judicializando la canción del desaparecido Jarabe de Palo y el beso de su Flaca, imputándole haber insultado de anoréxica a su bien amada, cuando el cariño con el que ha compuesto la canción es inmenso. Hacemos contracultura por el simple hecho de estar en el candelabro político, más que en el candelero. Los oportunistas lingüistas ya nos quieren quitar hasta la ilusión del «gordo de Navidad» convirtiendo el beso de La Flaca en una ofensa, cuando es una bendición.

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