No estarán. Hace días, semanas, que oigo a los políticos apelando a que seamos buenos, res-petemos las medidas de prevención y no nos vengamos muy arriba con las celebraciones porque, de no portarnos como para que los Reyes Magos nos pongan un sobresaliente, las próximas navidades habrá muchas personas que no estarán con nosotros.
Que nos quedemos en casa y limitemos los contactos para poder tener, en 2021, una Navidad rodeados, esta vez sí, de todos nuestros seres queridos. Muy bien. Muy bonito. Muy cívico. Le veo un pequeño, mísero, insignificante detalle. No tiene en cuenta que para algunos, con covid o sin él, ésta será su última Navidad. La última posibilidad de celebrar estas fiestas con aquellos que les quieren y a quienes adoran. La última opción de alegrarse con una copa de cava. De reírse con las bromas familiares. De escamotearle a la diabetes un trozo de turrón. De pelearse con el papel y los lazos del envoltorio de un regalo. De sentarse a la mesa con los que están fuera el resto del año y a los que no ven desde la Navidad pasada.
Hay que proteger a quienes queremos, sí. Sin duda. Algunos no estarán sentados a esa mesa el año que viene. Y tampoco se les dejará estar en ésta, su última. Navidad. Con covid o sin él.
