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José Francisco Conrado de Villalonga

Perífrasis

La renuncia a la economía del lenguaje en los políticos sucede cuando el comunicante no sabe qué decir, pero tiene la obligación de decir algo

Cada vez que oigo a algún ministro del gobierno explicar algo, dar información sobre alguna noticia, ordenes de su ministerio o del Consejo de Gobierno, aparece revoloteando en mi mente, mientras su exposición, la palabra «perífrasis», vocablo que estudiábamos cuando existía interés por las palabras, la gramática tenía valor y no como ahora a la que se la trata a patadas y, eso por no hablar del tema de la sintaxis, ese olvidado campo de la lingüística. Resulta entonces difícil entender por qué se cae con tanta frecuencia en la perífrasis, figura alborotada, con lo fácil que resultaría exponer ideas, pensamientos o argumentos con simplicidad, en castellano, en catalán o cualquier otra lengua románica. La perífrasis es una figura retórica que se caracteriza por emplear varias palabras para expresar algo que podría hacerse con menos o con una sola, ocurre lo mismo cuando se utilizan dos o más verbos en una oración, -perífrasis verbal-, uno suele ser suficiente. Esto suele ocurrir si el comunicante no se sabe qué decir y, hay que decir. El término perífrasis, valga el valor de las palabras, proviene del griego periphrasis. –peri, alrededor de, y, phrasis, elocución-. Los políticos actuales son, pues, perifrásticos, observen sino a la ministra portavoz cada martes o a Sánchez que en sus alocuciones semanarias nos recuerda a George Orwell cuando decía que «el lenguaje político se construye para lograr que las mentiras parezcan verdad o dar apariencia de solidez al mero viento». George Orwell, seudónimo de Eric Blair, -Reino Unido,1903-1950-, ensayista brillante, novelista distópico, escribió en 1947 una obra política, Nineteen Eighty Four, en la que dice que los políticos transforman el léxico con fines represivos basándose en una neolengua, a través de la que se manipula la información, con actitudes totalitarias, procurando una represión política, social y vigilancia masiva. Verbi gratia: «Comisión de la Verdad».

Estamos inmersos en una grave crisis económica, ante una tremenda pandemia y con este panorama en un continuo enfrentamiento político, irracional. La violencia ideológica y el oportunismo de algún partido y especialmente Podemos ven en estos momentos la encrucijada idónea, su momento de gloria. En circunstancias como las actuales es cuando el individuo muestra lo que tiene oculto, de primitivo, de visceral, impulsivo y de indeseable. Se debería de apartar lo que tiene el ser humano de banal, dejar la vaguedad y centrarse en lo que realmente interesa al país. La ceguera ideológica impide encontrar soluciones a la ruina económica. El coronavirus y el desbarajuste de su gestión nos sitúa en una crisis sanitaria que está derivando además en una catástrofe social. Eso terminara en una grave crisis política, en una descomposición institucional. Se desconsideran las reglas democráticas y sin embargo cualquier acción que impulsan, aunque improcedente, la califican de democrática.

En tiempos de incertidumbre, su ceguera ideológica les lleva subir impuestos, -salvo en el País Vasco y en Navarra-, y a propiciar un cambio constitucional para instaurar la República. Las empresas no pueden pagar hoy ni la nómina, se van a terminar los ERTEs y la ayuda europea no llegará hasta que el Gobierno presente proyectos concretos serios y viables que modernicen la economía, creen empleo y respeten el tramado institucional y de esto que es lo prioritario no se hace nada ni tan siquiera se habla, parece que lo único que importa es hablar mal del rey del Juan Carlos, (dar carnaza para distraer al personal). Vivimos una realidad distópica, de pretensiones indeseadas, todo lo contrario a lo que acuciosamente se debería dedicar tanto el gobierno como la oposición.

No todo son malas noticias, algo importante (SIC) se está gestando desde el Gobierno de coalición. La ínclita y culta ministra de Igualdad, Sra. de Iglesias, ha publicado un informe contundente cuya conclusión es importante, muy importante, «que el color rosa, cuando se emplea en juguetes, oprime y reprime a las niñas». El estudio se titula Publicidad y campañas de juguetes ¿promoción de ruptura de estereotipos y roles de género? Se analizan los embalajes de los juguetes y la publicidad en el lugar del punto de venta. Dice el informe, «los estereotipos y arquetipos sexistas refuerzan y promueven el sexismo». « Se genera una minusvaloración de las niñas y una magnificación de los niños», también se ha detectado que solo «un porcentaje pequeño de chicas son guerreras o heroínas». Termina diciendo «hemos llegado a este extremo por una absurda imposición urdida desde el marketing de género en una época en que la industria no tenía en cuenta a las personas y al medioambiente». Hay parte de este «perifrástico» estudio que no se entiende y lo que se entiende es peor, pero da igual, la cuestión es lanzar informes para justificar gasto. ¿Que nos cuesta este importante y concienzudo trabajo? ¿Qué dirían las madres sobre este análisis a la hora de elegir juguetes para sus niñas?

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