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Alex Volney

Sin árbitro

Sin árbitro

La descripción que hizo de su estado de ánimo político diríamos que, puede ser, resulta exagerada y como mínimo le tiene sin cuidado a unos 26 de millones de personas.

El Sr. Casado dice que se siente como un opositor cubano o venezolano. ¡Vaya por Dios! Que Maduro no haya leído o no haya leído bien a Orwell no supone, de facto, que lo haya hecho el líder de la oposición en el Congreso de unos diputados con medio centenar de hooligans que siguen cobrando un sueldo a costa del insulto constante y la permanente apología del genocidio. Cómplice en su silencio, se siente «como un opositor cubano o venezolano». Otros, como tantos cientos de miles, nos sentimos como los nietos o bisnietos de aquellos que fueron obligados a ir al frente en el Riff, en contra de su voluntad y sin ningún tipo de odio hacia esas gentes, hacia esos pueblos. Primera línea de fuego, guerra dura, hospitalización (otros muchos, muerte) más luego, y un poco más tarde, prisión fascista (otros muchos, muerte) o interminables represalias durante toda una vida. Luego silencio.

A algunos les cuesta leer, otros releemos la historia aunque sea en las palabras de los que la han escrito al dictado

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El escandaloso silencio de esos sucios polvos que hoy nos traen los esperados lodos en la continuación de esta infamia. El absoluto silencio y la impunidad nos dejan este resultado para nada sorprendente. La apología del genocidio viene, lógicamente, anunciada por aquellos que se sienten legitimados a perpetuar su interminable golpe de estado y el señor Pablo Casado se entretiene gesticulando y poniendo interés ante las cámaras, desde la Costa Brava, intentando garantizar un espacio democrático en la derecha que realmente no existe en estos momentos y del cual depende que nos vayan tomando en serio en Europa, sobretodo para que vayan llegando las ayudas. No bastará con disfrazarse o parecerlo, muy a largo plazo la imagen del Estado Español no difiere demasiado de la que están dando Hungría o Polonia.

La jeta ya es inmensa cuando empuñan la Constitución cuando el único problema real de la Carta Magna es que, como a Orwell, muy pocos la han leído a fondo y muchos menos la llevan a la práctica. Lea, o relea, y comprobará usted como se vulneran cinco o seis veces al día sus derechos sobre todo en manos de la derecha más carpetovetónica y por los poderes públicos que más nos aseguran defenderla. ¿Tanto cuesta leer el librito en cuestión?

Ante este panorama político es bien relevante que resulten, en la práctica, mucho más constitucionalistas el sr. Puigdemont y el sr. Junqueras que toda esa retahíla de neofascistas que se autoproclaman demócratas constitucionalistas.

Que la evolución de una guerra provocada por los totalitarismos históricos que sucumbieron el 1945 (y otros un tanto más tarde), más asesinatos y persecución, cárcel y represión con intervalo pseudodemocrático de ocho lustros mal contados derive hoy, bien entrado el siglo XXI, en la libre amenaza y apología de un nuevo genocidio ya lo dice todo del material utilizado en los cimientos de un estado en constante rehabilitación. A algunos les cuesta leer, otros releemos la historia aunque sea en las palabras de los que la han escrito al dictado. Hoy recordando a nuestros abuelos y a sus vidas robadas en su memoria resuenan todavía esas calumnias eternas: «Hay que ver lo barata que va la carne de gallina» dirigiendo el insulto a combatientes en primera línea de fuego para defender el eterno negocio de la oligarquía que todavía hoy, en parte, sigue parasitando nuestro futuro.

Realmente muchos no podemos sentirnos opositores cubanos o venezolanos ya que, sin haberlo olvidado, ustedes nos van recordando de dónde venimos y de quienes somos nietos. Un orgullo y un premio no compartir sangre con verdugos, pero lo más tenebroso e inquietante del partido es la ausencia del árbitro. ¿En qué lado de la Historia está usted, Majestad?

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