El comportamiento y sobre todo las oscilaciones que presenta la pandemia del coronavirus está obligando a las autoridades a revisar de forma permanente las decisiones que adoptan con la intención de poner coto a la covid-19. Sa Pobla es en este momento el principal foco de contagio y, por tanto, de preocupación. Desde ayer sábado y por espacio de 15 días, el Govern ha decidido ampliar el toque de queda en la población desde las 22 hasta las 6 de la mañana y prohibir toda actividad interior en bares y restaurantes. Mientras, se espera que el cribado mediante test de antígenos permita identificar al alto número de contagios, un 70%, que permanece fuera de control.

En contra de lo ocurrido en Manacor, con un número de infectados mucho menor, no se contempla el cierre perimetral de sa Pobla. Son cambios de actitud que ponen en evidencia el alto grado de improvisación y hasta qué punto la evolución de la pandemia sobrepasa a los técnicos y a las autoridades sanitarias.

Las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se convierten, con este panorama, en días claves para la evolución de la pandemia y el control de una tercera oleada que ya se espera para finales de enero. Todo dependerá de la actitud y el comportamiento que adopte la ciudadanía.

Los datos demuestran que la situación no se agrava de forma significativa en el conjunto de Balears, pero al mismo tiempo también queda de manifiesto que el control y la curva de contagios no adquieren el nivel descendiente deseado. El Govern se ha sumado a los criterios del Consejo Interterritorial de Salud que permiten reuniones de hasta 10 personas en los días más señalados de las fiestas, pero no ha querido aplicar el mismo criterio para el 26 de diciembre, fiesta autonómica, en la que las familias mallorquinas también acostumbran a reunirse. Este día, en Balears, solo podrán encontrarse 6 personas.

Falta conocer también la movilidad efectiva que habrá en este puente de la Constitución y sus repercusiones. Mientras, los extranjeros que llegan, excepto los que están en tránsito, ya lo hacen con una prueba PCR, una medida que no afecta a los viajeros nacionales pero que, por otro lado, ha tenido una buena aceptación entre los estudiantes residentes que regresan a la isla para pasar las fiestas. Es una situación muy compleja y variante que obliga a la vigilancia permanente.

El Govern y la Delegación del Gobierno han decidido coordinarse para hacer cumplir las medidas dictadas. Lo harán, por primera vez, rastreando las redes sociales y utilizando drones para localizar fiestas ilegales y reuniones no permitidas. Están previstas cuantiosas sanciones para los infractores.

La tarea es ardua. Está claro que no tiene fin. Es imposible llegar a todas partes y controlar a todos. Estamos, por tanto, en el momento clave y determinante de la responsabilidad personal. Las restricciones impuestas por las autoridades son solo la herramienta. Serán efectivas y adquirirán todo su sentido únicamente en el caso de que los ciudadanos las asumamos como propias y decidamos aplicarlas con convicción. Estas Navidades deben ser distintas y limitadas por necesidad sanitaria primero y regeneración económica después. Solo de este modo constituirán una buena inversión para un próximo año obligado a ser el de la vacuna y el de la deseada recuperación.