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Hoja del calendario

Pedro Villalar

El caballo de Pavía

Una de las citas más inteligentes de Ortega es aquella en que el filósofo español afirmaba no saber una palabra de Derecho, pero sí, llegado el caso, quedarse atónito. Y lo cierto es que cuando el sentido común no circula libérrimamente por las estancias judiciales, algo debe fallar, sobre todo si es el derecho penal el que padece (quienes lo aplican tienen el poder sobrehumano de administrar la libertad del prójimo). Y lo cierto es que, hecha abstracción de los rigurosos condicionantes judiciales, la inefable aventura de 1-O, un referéndum ilegal consumado a medias que solo ha servido para impulsar la causa de la secesión, merece sin duda una sanción penal (ha habido delitos de desobediencia, malversación, etc.) pero no un castigo desproporcionado de diez o doce años de prisión.

La sedición, en román paladino y en el universo mental de la opinión pública, es otra cosa. Sedición fue la cuartelada de Tejero, en que hubo amenazas físicas y disparos. O la irrupción en el hemiciclo del general Pavía a caballo el 3 de enero de 1874, durante la Primera República, para tratar de impedir que Castelar fuera desalojado del gobierno por una moción de censura. Pero un desentendimiento como el catalán, en que felizmente no ha habido otra violencia que la derivada de la contención policial de las expansiones de las masas (toda ella inocua, sin muertos ni heridos de consideración), no puede merecer una reprimenda tan grave, que ha dejado heridas abiertas que tardarán demasiado en cicatrizar.

Porque el conflicto catalán ha de resolverse pacíficamente. ¿O alguien tiene una idea mejor para que deje de existir el problema?

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