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Bernat Jofre

Lujo: ¿cambio de paradigma?

A raíz de la aparición del virus Sars-Cov-II en nuestras vidas están saliendo a la luz estudios de carácter inmobiliario. En ellos se mantiene que pese a la pandemia, el sector del lujo no hace rebajas. Cuando se analizan las fuentes, parece que sus autores basan toda su argumentación en declaraciones de agentes inmobiliarios. No en comparativas de operaciones cerradas, datos ciertamente difíciles de conseguir. Estaría muy bien que en futuras entregas se completara la información con un dossier de elaboración propia. Fruto de una observación atenta en páginas webs especializadas a lo largo de los últimos meses. Más que nada, para contrastar información.

Siendo sinceros, lo que marca de verdad la evolución de según qué tipo de inmueble es el músculo financiero de la parte vendedora. No la tipología del objeto. Y aquí, el mercado de la opulencia no es muy diferente a los demás: detrás de una cierta imagen de amplitud económica, pueden darse casos de promotores con obligaciones crediticias. Son los que pueden variar más entre el precio demandado y el de escritura. Si bien es cierto que las quitas no son tan grandes como suelen darse en compraventas de unifamiliares más comunes, la verdad es que existen. Mucho menores que antes de la gran crisis hipotecaria del 2008-2012. Que por lo visto inoculó a la banca según qué veleidades financieras.

Respetando las cláusulas de confidencialidad firmadas, se puede asegurar que el montante de lo que se está llegando a pagar hoy en día está alcanzando cotas nunca vistas. Porque la venta a 10.000 euros por metro cuadrado en venta de obra nueva es ya difícil de encontrar. De hecho, en estos momentos se están comercializando en Balears activos por 60.000 euros metro cuadrado, que pueden haber rozado los 20.000 en su construcción. En cuanto al precio de los solares, en determinados pueblos (Calvià, Estellencs, Deià, Andratx ) la crisis pasó de puntillas. Para entendernos, por menos de tres millones de euros es muy difícil encontrar algo donde edificar sin correr el riesgo de perder mucho tiempo e incluso dinero: suelen ser terrenos sobre roca viva u hondonada y sin licencia. O todas a la vez. Ahora bien, si se cuenta con la última, la cifra puede dispararse. Pero es que si se da el caso de que dicho permiso es para una mansión, el sitio es mínimamente soleado y cuenta con la suficiente privacidad -esto es, tamaño- el montante a pagar puede llegar a los siete ceros. Tranquilamente.

Pero deberíamos distinguir de manera aproximada en qué consiste el lujo de verdad y el de apariencias. Las urbanizaciones que proliferaron hace unos años con solares relativamente pequeños y edificios no menores pero tampoco extraordinarios pueden haber quedado desfasadas. Las rejas medianeras de las promociones han quedado superadas. Hoy aparentan riqueza. Que quizás albergaron, pero la real prefiere otros conceptos. El cliente de hoy en día exige un espacio para su solaz y confort. Donde vivir unas sensaciones. La intimidad cotiza al alza, y la búsqueda de grandes áreas, aún más. Por ello el cambio de paradigma en las grandes fortunas europeas. Empiezan a desear tanto ese chalé con vistas exclusivas - que también - como la adquisición de centenarias possessions. Objetivo: absoluto anonimato... y casi nulo contacto con la sociedad. Covid manda. Es por ello que cuando se les ofrece no comprar los terrenos y sí «ses cases», los adquirentes rehúsan: justamente por los primeros compran las segundas.

Porque «abundancia» hoy en día podría ser sinónimo de quietud, soledad, recogimiento: de ahí las cada vez más habituales compras en rústico. Como muestra, decir que alguno de los agroturismos hoy a la venta lo están como mansiones campestres con dependencias para el servicio y no como negocio. En zonas costeras, las construcciones que realmente se cotizan se dividen entre los de primera línea de mar con embarcadero propio y los complejos situados en las colinas. Normalmente de más de 800 metros cuadrados, con segundo volumen para invitados y avanzada tecnología punta y/o diseño. Por ello choca la pretensión de algunos ayuntamientos de limitar la constructividad a 350metros por terreno, pues contradice frontalmente la economía de mercado, teniendo en cuenta la carestía del solar.

En cuanto a la comercialización, hay dos vías muy definidas. La inmensa mayoría es publicada -que no vendida- vía redes. A través de webs especializadas, propiedad de inmobiliarias. No obstante, el producto más escogido suele colocarse fuera del circuito clásico. Off-market. Los actores que ponen a la venta sus patrimonios a través de esta vía lo hacen a partir de dos premisas. La primera, la que dice que los grandes compradores no utilizan Google para invertir en la isla. Suelen trabajar con notarías, ciertos abogados -no todos tienen según qué contactos- o delegaciones de banca privada, que a su vez cuentan con localizadores de propiedades de absoluta confianza. Grosso modo, es el retrato robot para los grandes posicionamientos patrimoniales. La segunda -y no menos cierta- la que sostiene que la publicación de grandes activos en Internet no hace más que desgastar lo que debería ser exclusivo y al alcance de muy pocos.

La pregunta que algunos nos hacemos es si hemos tocado techo. Parece que no, puesto que lo único cierto es que las máquinas no paran de horadar los aledaños de Son Vida, Port Adriano o Port d’Andratx. Así como las empresas especialistas en reformas no paran de actuar sobre bellos casals en Canamunt, Sòller y Artà o enormes cases de possessió, preferentemente en Tramuntana. La pregunta es hasta cuándo habrá mercado. O si -tal como pronostican los que saben- la invasión de Mallorca por parte de la suntuosidad más extrema no ha hecho más que empezar.

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