Opinión
Sherezade y las 1001 violencias machistas
Los hilos que unen todas las diversas agresiones contra las mujeres forman un entramado tan antiguo e hilado tan fuertemente que al final se hace invisible
Con Las mil y una noches pasa como con El Quijote, todo el mundo sabe de qué va, pero pocas personas lo han leído entero. Cuando era adolescente leí el primero en edición juvenil y me asombró ya entonces su punto de partida, que no es otro que la de la violencia machista: Un sultán de Persia desposaba una virgen cada día y la mandaba decapitar al día siguiente. Lo hacía en venganza, pues encontró a su esposa engañándolo con otro. Ya había mandado matar a tres mil cuando Sherezade, hija del gran visir, se ofreció a ser una de ellas, porque tenía un plan para acabar con esa violencia, con la complicidad sorora de su hermana menor. Siguiendo su estrategia, antes de acostarse, le pidió al sultán poderse despedir de su hermana, y esta le pidió que le contara un cuento. Él sultán lo escuchó también, y al alba, cuando debía ser decapitada, como no había acabado la fascinante narración, la ejecución se aplazó una noche. Luego otra más, y otra, y otra, hasta 1001. Para entonces, el sultán ya había olvidado su afán asesino de mujeres.
Poca gente recuerda esto, es como una alegoría de lo que pasa con el machismo y su violencia; los hilos que unen todas las diversas violencias, a base de ser normalizadas, se interiorizan y no son percibidas como tales. Esto es debido a que se trata de un entramado tan antiguo e hilado tan fuertemente, que al final se hace invisible. Por ejemplo, la Historia del Arte está plagada de imágenes que la muestran, como el relato del nacimiento de Roma, que se nos presenta como un rapto. Millones de personas admiran la bellísima escultura El rapto de las sabinas, pero borran de sus mentes el hecho de la posterior violación de las mujeres de un territorio vecino como forma de apropiarse de los frutos de esas violaciones. La lista de ejemplos sería eterna.
Hace un mes se publicó la última Macroencuesta estatal sobre violencia machista. Es la sexta ocasión en la que se publica este tipo de encuesta, pero hay diferencias substanciales que la hace especialmente importante: Se ha preguntado a mujeres a partir de los 16 años, y por primera vez se incluyen todas las formas de violencia y sus consecuencias físicas y psíquicas, contabilizando lesiones, bajas laborales e ingresos hospitalarios. Esto es importante porque la violencia no solo se sufre en un momento dado, sino que se arrastra durante mucho tiempo. Y lo aterrador es que el 75% de mujeres reconocen haber sufrido episodios de violencia más de una vez a lo largo de su vida. Y lo aterrador es que la mayoría no denuncia, porque ese entramado patriarcal las desincentiva, y si no que les pregunten a las miles de mujeres que denuncian violación y deben aguantar dudas, suspicacias y sospechas.
Seguro que serán muchos los que tacharán de exagerado que se haya cuantificado el acoso sexual y tocamientos. ¿No se indignan al leer en la Encuesta que casi 4 millones de mujeres hemos sufrido esos actos indeseados antes de los 15 años? Sabemos las implicaciones duraderas en el tiempo que tienen, a esas edades, encontrarse con un exhibicionista, o el miedo de sentirse perseguidas en alguna calle, la vergüenza al escuchar frases soeces. O peor, el desasosiego y violencia experimentada al sentirse manoseada en el autobús o en las docenas de situaciones y lugares en los que hombres se han creído con pleno derecho de acceder a un cuerpo de 12, 13, 14 años. La inseguridad que todo esto nos acarrea y con las que hemos crecido, nos ha ido enseñando a convivir con el miedo y a ir coartando nuestra libertad de movimientos para evitar soportar actos de hombres que se ven legitimados a hacerlo. Esta legitimidad se asienta en el silencio de otros millones que ven como normal las muchas violencias que soportamos y que nos marcan. Las 1001 violencias machistas.
Felizmente, desde antiguo existen muchas Sherezades que han luchado para defenderse de esa violencia, denunciando y señalando sus causas y sus consecuencias. Las Sherezades en la actualidad tenemos un nombre colectivo: feministas.
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