Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los más seductores manuales de educación sexista: los catálogos de juguetes

«Los juguetes preparan al niño para que acepte en su totalidad el mundo adulto» (‘Mitologías’, Roland Barthes)

Hace algún tiempo se desató una enconada discusión ante la implantación de una asignatura que se llamó Educación para la Ciudadanía. El debate se intensificó con la publicación de libros de texto que fijaban los contenidos que el alumnado debería aprender. No obstante, a pesar de la polémica en las altas esferas políticas, más apasionada que rigurosa, aquellos manuales pasaron desapercibidos para la gran mayoría de la gente. Y de la encendida polémica en las alturas, al pueblo soberano solo le llegaron minúsculas chispas.

Sin embargo, todos los años se nos cuelan, sin controversia alguna y en todos los hogares sin excepción, los auténticos manuales de Educación para la Ciudadanía. En ellos se muestra, de forma clara, concisa y contundente, cómo se pretende que «deben ser» las mujeres y cómo se pretende que «deben ser» los hombres; en qué se diferencian unos de otros y cuál es el papel ineludible, preciso y obligado de cada uno en la sociedad. Sus tiradas son impresionantes, aunque no se presenten como libros de texto avalados por ninguna autoridad pedagógica. Y, para reforzar más su influencia, se distribuyen de manera gratuita sin estar subvencionados por ningún organismo gubernamental. Además, lo queramos o no, nos los depositan en los buzones de los domicilios particulares de todo el territorio español.

La influencia y repercusión de estos nuevos manuales es impresionante y de fácil comprobación. Ah, perdón, todavía no he dicho que esos «manuales» son ¡los catálogos de juguetes! distribuidos por las grandes superficies comerciales. Esos catálogos imponen una visión discriminadora. Están diseñados con la intención de que los niños y las niñas asuman, al jugar, el papel bien diferenciado que los juguetes les asignan. Y, así, ofrecen a las niñas muñecas y utensilios que las inducen a ser madres cuidadoras de bebés, amas de casa, o que intentan prepararlas para que elijan profesiones que cultiven la supuesta «estética femenina», como el maquillaje, la peluquería, el vestido y los complementos. Y muy, muy poco más. Por el contrario, los juguetes para los niños son mucho más variados, refuerzan todo lo que se considera propio de la masculinidad. Los bancos de trabajo con todas sus herramientas, las construcciones de todo tipo, los trenes, camiones, autobuses, grúas, coches, motos, aviones y helicópteros son masculinos.

Las niñas salen muy mal paradas en el mundo que los cachivaches para jugar prefiguran para ellas. Los juguetes para ambos sexos solo tienen en común la pretensión de que los niños y las niñas sean imitadores, no creadores. Los simplistas mensajes de estos catálogos penetran con facilidad en las mentes infantiles, y en las no tan infantiles. Es una inculcación que no requiere profesores, lecciones, notas ni exámenes. Esa inculcación no busca la imposición, sino la seducción; no trata de aleccionar, sino de engatusar. Como afirma la escritora Natasha Walter en Muñecas vivientes. El regreso del sexismo: «Ahora da la impresión de que las muñecas se escapan de las tiendas de juguetes e invaden la vida de las niñas. No solo se da por hecho que las niñas juegan con muñecas: también se espera que se conviertan en réplicas de sus juguetes favoritos».

Los mensajes que mandan los más seductores manuales de educación sexista no dejan lugar a dudas. Pero, por si las hubiera o hubiese, remarcan, subrayan, señalan con dos colores lo que «debe ser» para cada sexo: rosa para las niñas, azul para los niños. ¡Hasta la bola del mundo para las niñas es rosa!

Mientras la educación por la igualdad intenta penetrar por la puerta grande de las escuelas y de muchos hogares, los juguetes discriminadores expulsan ese intento por la ventana. Solicitar a la industria juguetera y a las grandes superficies que, en pro de la equidad, dejen de producir y difundir juguetes que encasillan a las niñas y a los niños en papeles diferenciados y limitadores en razón de su sexo no es pedir lo imposible, es exigir lo imprescindible.

Compartir el artículo

stats