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Beatriz Camiña

Por una Administración al servicio del ciudadano

Yen muchas ocasiones hemos oído la frase de que cada crisis representa una oportunidad. Desde luego, a quienes hayan perdido un ser querido por culpa de la covid-19 o hayan sufrido la enfermedad en primera persona con secuelas, esas palabras les deben parecer hasta una provocación. Pero seguramente tampoco estarán de acuerdo quienes peor lo están pasando en el ámbito socioeconómico, por ejemplo, quienes han perdido su empleo, hace meses que no trabajan o están inmersos en un ERTE. Para estas personas, la actual crisis está resultando una pesadilla de la que no saben ni cómo ni cuándo saldrán.

En cambio, las Administraciones Públicas están obligadas a mirar más allá y tomar nota de todo lo que una crisis como ésta deja claro que hay que cambiar. Y son muchas las cosas que deben modificarse, pero me gustaría centrarme en una que para Ciudadanos resulta fundamental: evitar las duplicidades entre administraciones. Y no sólo porque no tenga sentido que dos administraciones hagan lo mismo, sino porque eso le cuesta dinero a los contribuyentes. Porque, sencillamente, una Administración sobredimensionada se nutre de recursos que son necesarios en otras partidas.

Y si evitar duplicidades es siempre importante, ahora, con la grave crisis que vivimos, lo es mucho más. Y pongo un ejemplo muy claro. La pandemia de covid-19 está obligando a muchas personas a pedir ayudas públicas para poder sobrevivir. Y seguro que su primer pensamiento es: ¿qué pido y dónde lo pido? El Ingreso Mínimo Vital (IMV) del Gobierno, la Renta Social Garantizada (RESOGA) del Govern, la Renta Mínima de Inserción (RMI) del Consell de Mallorca… Hay varias líneas de ayuda, pero todas tienen la misma finalidad: ofrecer ingresos a personas que no los tienen o que los tienen tan reducidos que no pueden subsistir con ellos. Entonces, ¿por qué tantas?

Las Administraciones no parecen dispuestas a un esfuerzo de racionalización porque quieren controlar su parte del pastel

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El hecho de que haya varias genera confusión a los ciudadanos y gastos innecesarios a las administraciones, es decir, al bolsillo de los ciudadanos. Entonces, ¿por qué no unificar esas ayudas? Tal vez no sea posible unificarlas absolutamente todas, pero la RESOGA y la RMI seguro que se pueden fusionar. Es más, es que la RESOGA fue claramente una duplicidad de la RMI que ya gestionaba el Consell mucho antes del nacimiento de la primera.

En la situación excepcional en la que nos encontramos, las Administraciones están pidiendo esfuerzos a todos los ciudadanos. De todo tipo. Pero no parecen estas mismas Administraciones dispuestas a hacer un auténtico esfuerzo de racionalización para evitar duplicar, triplicar e incluso, en ocasiones, cuadruplicar competencias. ¿Y por qué? Porque nadie quiere dejar de controlar su parte del pastel.

Es hora de hacer reformas en profundidad dentro de la Administración, de redistribuir recursos y competencias de la mejor manera posible y con el máximo consenso. Y, sobre todo, es hora de ser valientes y afrontar un cambio necesario para que esta crisis, si no es una oportunidad para quienes peor lo están pasando, sí sea una puerta abierta hacia una Administración útil, racional y realmente al servicio de los ciudadanos.

Y me dirijo a todos los gobiernos: tomen buena nota porque la Administración está al servicio de los ciudadanos y no al servicio de sus intereses partidistas. Si piden esfuerzos, que cunda el ejemplo, que es lo que los ciudadanos nos están exigiendo.

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