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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Biden y Sánchez, presidentes “ilegítimos”

Coinciden Donald Trump y Pablo Casado en calificar de espúrios al presidente electo y al presidente en ejercicio; el populismo trumpista posee encarnaciones diversas

Donald Trump deja transcurrir los días sin reconocer la victoria de Joe Biden, sin aceptar que ha sido presidente de un solo mandato, ignominia para quien se ve en semejante tesitura; se diferencia de los demás al afirmar que las elecciones se las han robado, que se ha cometido un gigantesco fraude: el ganador es él y no Biden. La deslegitimación de las instituciones norteamericanas es radical. El hombre de la Casa Blanca llevará hasta el final su apuesta para dejar tras de sí un montón de escombros, un país enfrentado casi como en los tiempos de su guerra civil (1861-1865). No podrá subvertir el orden constitucional. La institucionalidad de la que dispone Estados Unidos es muy potente, demasiado hasta para Donald Trump, que, sin embargo, sí conseguirá que su tóxico legado perdure: 70 millones de votos son un botín muy apreciable. El Partido Republicano seguirá apresado mucho tiempo por el trumpismo. Ese populismo radical, lindante con la extrema derecha xenófoba, ha sido inoculado; no hay vacuna a la vista para neutralizarlo con eficacia. Biden ha ganado. La deslegitimación ha mordido desde el tres de noviembre, incluso antes. Trump se encargó de dar por ilegales los votos remitidos por correo. Los de los demócratas. El coste va a ser oneroso.

La plantilla que usa Trump para decir que le han robado, es la misma que se utiliza en España contra Sánchez

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Si Biden es un presidente electo ilegítimo como proclama Trump, qué decir de Pedro Sánchez, cuyo acceso a la presidencia del Gobierno a través de la moción de censura le valió igualmente la radical descalificación de la derecha. Ha sido considerado un usurpador carente de la imprescindible legitimidad democrática. Pablo Casado le ha tildado, además de estimarlo ilegítimo, de golpista. Para el presidente del PP carece de relevancia que haya ganado consecutivamente dos elecciones generales: se instaló en Moncloa con malas artes y en ella sigue violentado las reglas del juego. Es la salmodia que canta PP y acompaña Vox, que aventa la extrema derecha y secundan los populares. Si se observa con cierto detenimiento la erosión de las instituciones que alienta la derecha enfatizando defenderlas, se sustenta en la misma plantilla a la que se ha abonado Trump. Atender a cómo el PP se ha apresurado a felicitar a Biden, sin seguir la pauta de sus amigos que gobiernan en Polonia y Hungría, donde impera estruendoso silencio, muestra que lo que le es útil en las Españas deja de serlo cuando de lo que se trata es de alinearse con el legítimo vencedor de las elecciones presidenciales estadounidenses. Si Sánchez es un presidente ilegítimo y golpista, según el agit prop de Pablo Casado, Biden es protagonista de un inmenso latrocinio electoral, al decir del todavía ocupante de la Casa Blanca, que sí fue reconocido en 2016 cuando ganó por un margen más ajustado que el que ha llevado a la presidencia al demócrata. Pedro Sánchez es presidente del Gobierno porque así lo ha sentenciado la mayoría del Congreso de los Diputados surgido de las elecciones generales. La institucionalidad española, mucho más joven que la de Estados Unidos, pese a las notables sacudidas a las que se ve sometida, también muestra sus fortalezas. Nos la vemos con una imponente cuádruple crisis institucional, política, social y económica, pero el andamiaje institucional aguanta y lo seguirá haciendo incluso si en su vértice se desencadena la improbable hoy por hoy quiebra. Además, la red de seguridad que proporciona la Unión Europea es recia, muy sólida.

Sánchez es presidente del Gobierno revestido de la legalidad constitucional y democrática que le posibilitan el ejercicio del cargo. Ni es ilegítimo ni es golpista como han cacareado Casado y Abascal. Biden será proclamado en unas semanas presidente electo y el 20 de enero tomará posesión efectiva del cargo. Trump seguirá afirmando que le han robado. El 20 de enero, como estipula la Constitución, abandonará la Casa Blanca. De grado o por fuerza, pero se irá.

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