Catalina Namndgard Bosch. palma.

 Quiero darles las gracias enormes por lo mucho que hicieron por mí para salvarme en un momento cuando las cosas se complicaron. Hasta que cumplí 80 años, no había entrado nunca en un hospital, ni había estado enferma, ni siquiera sabía lo que era un dolor de cabeza, ni de muelas, ni siquiera un constipado. Desde que se formó IMECO, mis padres me inscribieron en este seguro desde joven y cuando me casé mis padres no me quitaron, porque me fui a vivir a Suecia, quiero decir que seguía asegurada a pesar de que no vivía en España y nunca lo usé. Pasaron los años y al morir mi padre, decidí dejar mi bienestar Sueco y volví a España para estar al lado de mi madre, las cosas no salieron como lo esperé y así me quedé. Seguí asegurada en esta compañía al igual que mi familia, porque me parecía una buena aseguradora, aunque afortunadamente nunca o casi nunca hicimos uso de ello, hasta que la absorbió la compañía Mapfre. Un día necesité operarme de la vista y me pidieron 1.200,00 euros. Además, si tenía cáncer no me entraba la quimio, como tampoco la prótesis si me caía, que son situaciones que ocurren con más frecuencia a mi edad. Esto me hizo reaccionar que después de tantos años de pagar y que además me iban a subir la póliza a más de 300,00 euros, decidí dejar el seguro. 

Mi primer contacto con el Hospital Son Espases fue cuando mi marido se puso enfermo y debido al estrés, tuve que ingresar para que me pusieran un marcapasos en el año 2013 y que gracias a ello y por mi carácter positivo hacia la vida, además de tener mucha suerte de encontrar en este hospital grandes profesionales, he salido adelante. Hace tres semanas ingresé por una infección estomacal y nuevamente hicieron un trabajo excepcional. 

Les estoy eternamente agradecida al doctor Sam Khorrami Minaei, a su equipo, y al resto de profesionales sanitarios que me ayudaron en mi estancia en la habitación 215. Gracias también a los doctores Andrés Arteaga Luján y Villaverde de Neumología.