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Llorenç Riera

Lletra menuda | En busca de lógica y control disciplinario

La jornada de ayer puede quedar marcada en Manacor como el día de la decepción y la desorientación. Es demasiado confirmar al mismo tiempo el confinamiento de la ciudad y el anuncio de venta de Majorica, la empresa insignia, aunque ya devaluada desde hace mucho tiempo, del municipio. En términos colectivos, resulta equiparable a la pérdida de la cartera en el momento en que te atiende el médico de urgencias. 

Pero la salud es antes que la economía, por muy ligado que esté lo uno con lo otro, y ahora importa el diagnóstico certero del ensañamiento del coronavirus con Manacor para poder acorralarlo en busca de su extinción. Autoridades y sanitarios exhiben su impotencia diciendo que la multiplicación de casos no responde a ningún patrón conocido y que, aparte de algún foco puntual en edificios concretos, todo está muy disperso y se encamina directamente hacia un hospital ya saturado. Hay desmoronamiento humano y profesional porque la buena voluntad y los medios disponibles, por sí solos, resultan insuficientes.

Acumulando impresiones y datos, se puede llegar a la conclusión de que la covid-19 se ha acomodado en Manacor porque se le han abierto las puertas de par en par. Se tiene tal impresión cuando los responsables de su seguimiento te dicen que ha habido una relajación en el incumplimiento de las medidas a escala individual y se apela a la responsabilidad personal. Dicho de forma más gráfica, ha sobrado gente que al ver que le cerraban el bar ha abierto el comedor de su casa a conocidos y saludados. Así las cosas, el alcalde tutor hace una llamada a fer bonda porque sin complicidad individual no hay solución. Disciplina donde ha sucumbido la lógica. Sin ella quince días de confinamiento muy peculiar serán estériles.

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