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Casado rompe con Aznar

El gesto reciente de postergar a la portavoz parlamentaria Álvarez de Toledo, muy vinculada a José María Aznar, ya dio a entender que Casado estaba harto de las injerencias de su mentor y amigo el expresidente, a cuyos pechos crecieron tanto Casado como –por la vía interpuesta de Esperanza Aguirre– el monstruo Abascal quien, después de vivir quince años del PP –lo recordó el actual presidente popular–, tuvo la deslealtad de explotar la debilidad del partido por estribor y desgajarse, hasta formar un apéndice que ya ha volado con autonomía y que ha tenido la desfachatez de discutir incluso al PP el liderazgo conservador. Aznar –lo recordarán– se separó de la vieja Europa para ubicarse del lado anglosajón en la Guerra del Golfo, con gran enfado del eje franco alemán y una desastrosa presencia en las guerras del Oriente Próximo que nos dejó entre el ridículo y el delirio. Tuvo que ser Zapatero quien rectificase a las bravas aquella desviación que a punto estuvo de hacer de España una especie de Marruecos a los ojos de Bruselas. Y ahora Casado ha cortado abruptamente los intentos de Abascal/Aznar de que España se aproximase a los países del Grupo de Visegrado, que pretenden desactivar los principios y las libertades del gran tronco central de la UE, que se caracteriza por su sociedad abierta.

En realidad, este viraje estratégico ya lo había dado Rajoy con su proverbial timidez, pero su gestualidad pasó inadvertida porque aquí teníamos por aquel entonces otros problemas y al presidente popular le faltaban iniciativa y autoridad. Pero Casado, bien flanqueado por Ana Pastor, tenía que escenificar sin falta esta rectificación que devuelve a los conservadores españoles al predio centroeuropeo, donde reina, ya de salida, Angela Merkel.

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