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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Derecha en combustión: Vox asedia al PP

Si se abstiene, malo, si vota no, peor; Vox ha sitiado al PP con la moción de censura, que lo es contra el quebradizo liderazgo de Pablo Casado

José Echegaray, el matemático español más notable del siglo XIX, político liberal que fue efímero ministro de Hacienda en tres oportunidades, la última cuando balbuceaba el siglo XX, obtuvo en 1904 el premio Nobel de Literatura. Un siglo largo después sigue sin saberse qué vieron los académicos suecos para concedérselo. Echegaray, muy pagado de sí mismo, en un homenaje que se le tributó en Madrid, afirmó ufano: “Me habéis subido tan alto que subir más no puedo, bajar no quiero, sin embargo la vida es movimiento y me la habéis hecho imposible”. La cita viene a cuento por lo que hoy encara en el Congreso de los Diputados el PP de Pablo Casado: la moción de censura de la extrema derecha contra Pedro Sánchez, que lo es contra Pablo Casado, porque nada afecta al presidente del gobierno, que saldrá indemne o reforzado de ella.

Vox sabe lo que hace. Ha percibido nítidamente que a su fraternal adversario en la derecha le crujen las cuadernas, que navega desvencijado, sin rumbo definido. Se dispone a dejarlo todavía más próximo al desguace. La moción de censura la tiene perdida el PP. Es un golpe seco, contundente, en la mandíbula de cristal política de Pablo Casado. Hoy será digna de verse la incomodidad de la bancada popular, incrédula ante la maniobra táctica y estratégica de Vox.

Qué hacer, cómo sortear acotando daños la envolvente maniobra. La abstención situará al PP en el imaginario de la “derechita cobarde” que aventa Vox para zaherir al PP. Si vota en contra será traidor a la causa y cómplice de Sánchez, que preside el gobierno más nefasto que ha habido en España en las últimas ocho décadas. Santiago Abascal lo precisó para disipar malentendidos: gobierno peor que cualquiera de los que formó el general Franco a lo largo de su criminal dictadura en los que utilizó 124 ministros. Todavía vive uno: Fernando Suárez, vicepresidente 3º y titular de la cartera de Trabajo en el póstumo gabinete franquista, el de Arias Navarro que se dio por enterado de varias condenas a muerte dictadas por consejos de guerra, por supuesto sin garantías de ningún género.

Dado que para Abascal ése y demás gobiernos del “caudillo” fueron mejores que el de Pedro Sánchez, ¿aceptará que el PP no secunde la moción de censura? Los gobiernos regionales de Madrid, Andalucía y Murcia dependen de la anuencia de Vox. PP y sus acólitos de Ciudadanos, que en Madrid son un esperpento, no pueden prescindir de la extrema derecha.

La vida es movimiento. El PP y Pablo Casado no pueden asistir hoy al devenir de la moción de censura como si no fuera con ellos. Ayer, un atribulado Casado, al presentar su poco creíble propuesta para reformar el Consejo General del Poder Judicial (nunca lo ha promovido el PP cuando ha dispuesto de mayoría absoluta) dijo que no habían perdido ni un minuto en hablar de la moción de censura. Asunto menor. Falso. Miente: han hablado, debatido y, atemorizados por sus consecuencias, se disponen a vivirla como el amargo cáliz que deberán apurar hasta las heces.

Vox progresa adecuadamente. No se aparta de su línea. Las encuestas, las serias, no las que le prodigan al PP, como las del lunes, los medios amigos, dicen que la extrema derecha perimetra férreamente a los populares. Les impide cualquier oportunidad razonable de crecimiento. No está el PP en la misma situación en la que se vio el PSOE cuando Podemos emergió con inusitada fuerza. Lo de Iglesias ha sido una estrella fugaz condenada a apagar su brillo a no mucho tardar. Vox es otra cosa; cuando la extrema derecha enraíza sucede lo mismo que con las malas hierbas: se aferran a la tierra y se requiere Dios y ayuda para arrancarlas. Inmersos en un marasmo que no se puede imaginar, con las instituciones tambaleantes, incluida la Corona, vértice del Estado, si Vox arrebata al PP la progenitura de la derecha, como ha hecho Le Pen en Francia con la derecha clásica de los republicanos y sin que aquí haya un Macron para solventar la papeleta, podemos esperar cualquier cosa. El PP de Casado no ayuda a que ello no acontezca, al contrario: ha pactado con Vox, lo ha institucionalizado, lo ha convertido en una alternativa para el electorado de derechas, ya veremos si también para una izquierda obrerista progresivamente desencantada y proclive a emociones fuertes.

¿Qué hará mañana el PP? Ha perdido en cualquier circunstancia, sin dejar de lado que su rosario penitencial judicial prosigue impertérrito.

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