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Comentaban, el otro día, un grupo de personas vinculadas al mundo de la cultura sobre la extraña pareja que forman Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, cuya relación se ha solidificado en los últimos meses hasta el punto de dar, Sánchez, un respaldo sin lenitivos a su vicepresidente en dos asuntos tan delicados como a los que se enfrenta Iglesias, -en trámite de instrucción judicial-, caso Dina y la trama Neurona. Hace dos años, esta anti natura dualidad, se tenía una animadversión que les impedía conciliar el sueño. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, -Pedro y Pablo-, la «y» se destaca en negrita para acentuar la función copulativa que es propia de esta vigesimoctava letra del vocabulario, consonante o vocal, -puede ser ambas- y, permitir la reflexión de este artículo. Las conjunciones copulativas tienen la función de unir las partes de un sintagma u oración sin expresar diferencias jerárquicas ni semánticas entre ellas. Recordemos que las conjunciones pueden ser además de copulativas también adversativas, estas ultimas relacionan dos elementos que en principio se presentan como contrapuestos, que probablemente era el caso entre Pedro y Pablo.

Parece oportuno aclarar que el término «copulativo» alejado del vocablo «conjunción» tiene una connotación instintiva, pues la cópula se produce durante la unión entre dos personas y que culmina en el acto sexual y, por supuesto este artículo no se refiere a este tipo de relación ni tan siquiera cabe insinuación al respecto. Lo que sí parece es que el apoyo mutuo que se prestan, Pedro y Pablo y el respaldo que el presidente otorga a Podemos perjudica al PSOE y por supuesto a los intereses del país. No tiene sentido que un partido, el PSOE, que colaboró activamente en la redacción del vigente texto constitucional, que firmó la entrada de España en la OTAN y en la Unión Europea, que consolidó la democracia, que renunció al marxismo y al republicanismo, que gobernó durante más de doce años en encomiable armonía entre el rey Juan Carlos y Felipe González, -gran presidente del Gobierno, por cierto-, que ahora en plena crisis sanitaria y económica esté conduciendo al país a la inquietud, la ansiedad, el desasosiego y finalmente a la zozobra. ¿Por qué cuestionar la monarquía, cuando ha demostrado ser extraordinariamente útil? ¿Por qué atacar la independencia del Poder Judicial? ¿Por qué interferir de forma desordenada las competencias autonómicas? ¿A qué conduce enfrentarse a Europa con estas pretendidas reformas? Parece que estamos ante el peor gobierno y en el peor momento.

Tenemos un Ejecutivo de coalición y de cooperación, (¿para qué?), ¿está derivando hacia un gobierno de copulación? Estamos solo ante una «conjunción copulativa»? Los auxilios a Pablo en sus responsabilidades judiciales no justifican el violentar el sistema de elección de los jueces y tenerlos sujetos a los intereses de los que gobiernan. Si se quiere cambiar el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial, que es mejorable, se debe hacer reforzando su independencia, nunca menoscabándola, si se quiere implantar la República deben explicar si mejoraría la convivencia, de lo contrario no estaremos ante una conjunción copulativa sino ante una copulación al sistema constitucional de garantías, a la independencia de poderes, al estado de derecho y, una copulación en toda regla.

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