Diario de Mallorca

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Italia ha conseguido contener –de momento, al menos– la segunda oleada del Covid-19 llevando a cabo una detección masiva de los infectados con el fin de aislarlos. Las pruebas incluían, y ésa es una de las claves de su éxito, a los asintomáticos que, de tener el virus, no sufren consecuencias personales pero lo transmiten.

Aquí, en España, la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid ha enviado a los hospitales la orden de que a los asintomáticos no se les haga prueba alguna. La razón de ese mandato sólo puede obedecer a dos razones: la primera, que el señor consejero –o su equipo asesor, que tanto da– crean que quienes no tienen síntomas tampoco son vectores de infección, en cuyo caso habría que proceder a ceses inmediatos antes de que la epidemia vaya a peor. Pero la segunda razón, que parece la más probable, pone de manifiesto que hemos perdido ya la batalla sanitaria. El motivo de que no se compruebe si tienen el virus los que no manifiestan los síntomas de la enfermedad es el de bajar las cifras de contagiados. Y ése no es un objetivo médico sino político. Dicho de otra forma: las autoridades italianas se preocupan por combatir la pandemia y las españolas por asegurarse los votos que les mantienen en el sillón.

Porque no sólo son los políticos que mandan en la Comunidad de Madrid los que ponen por delante sus intereses partidistas. En otras autonomías en las que quien gobierna no es el PP sino el PSOE, los ingresados en UCI dejan de ser contabilizados como infectados por el Covid-19 en cuanto las PCR dan resultado negativo. Es decir, cuando el virus ha pasado desde la nariz a los pulmones. Así, quien muere por una neumonía bilateral se cuenta en las estadísticas fuera de las víctimas del coronavirus haciendo creer que la infección está controlada. ¿Y qué decir de la postura del Gobierno que declara el estado de alarma en Madrid pero no lo hace en Navarra, que está peor en términos de sanitarios? ¿Tendrá que ver con que la Comunidad de Madrid está en manos de una coalición entre el Partido Popular y Ciudadanos mientras que en Navarra gobiernan el PSOE, Podemos y los nacionalistas vascos? Lo más dramático para un país como el nuestro en el que todas las autoridades priman los beneficios políticos sobre los de la salud pública es que no existe remedio alguno para darle la vuelta a la situación. ¿De qué servirían unas nuevas elecciones si por necesidad iban a salir los mismos, escaño arriba, escaño abajo, y con las componendas a las que estamos habituados? Será por eso que desde La Moncloa hay en marcha una campaña nada oculta poniendo el origen de nuestros males en la Constitución actual, es decir, en la monarquía como jefatura del Estado. Qué pérdida de tiempo. Sería más fácil dejar que nos infectemos todos o, si no, matarnos de hambre.

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