Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

¿Cuándo los españoles hemos votado a Felipe VI?

La inacabable concatenación de exabruptos con la que se nos obsequia a diario ha posibilitado que no se prestase demasiada atención a la última bobada del todavía presidente del PP

De dónde ha sacado Pablo Casado que los españoles hemos votado a Felipe VI, lo que no ha ocurrido en el caso de Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Casado debe entender que como en 1978 la Constitución estableció la monarquía parlamentaria, votada en referéndum, ya queda refrendada para siempre, que a su amparo se ha votado a Felipe VI, Leonor cuando corresponda y así sucesivamente hasta la consumación de los tiempos. Dejemos de lado la otra bobada casadista, la de que Iglesias y Garzón, que a las derechas soliviantan, pero que sí han sido reiteradamente respaldados por la ciudadanía, por ello se sientan, al igual que Casado y Abascal, en el Congreso de los Diputados; centrémonos en lo de que a Felipe VI lo hemos elegido los españoles. La Constitución estableció, queda dicho, la monarquía parlamentaria. En 1978 no cabía otra alternativa. Adolfo Suárez, primer presidente constitucional y postrero del tinglado de la dictadura, lo dijo en una entrevista: de haberse tenido posibilidad de elegir la república se habría impuesto por lo que se desechó de plano la eventualidad. Juan Carlos era el sucesor del general Franco. Los militares no admitían otra cosa. El dictador lo designó y su voluntad era ley. Después Juan Carlos quebró las instituciones franquistas abriendo las puertas a la Constitución, pero nunca los españoles tuvieron en sus votos la alternativa de decantarse por la república. Se votó sí a la Constitución el seis de diciembre de 1978 quedando establecida la monarquía parlamentaria. La Corona para Juan Carlos, citado expresamente en el texto constitucional, hereditaria, otorgándole prevalencia al varón sobre la mujer, no fuera a suceder que se despojara a Felipe del derecho sucesorio que correspondía a Elena, incapacitada para reinar según confesión de su padre.

Vox levantará en la moción de censura los aguerridos estandartes en defensa de la monarquía, para su desgracia

decoration

Pablo Casado confunde un referéndum sustanciado cuando el siglo XX todavía debía cumplir dos décadas para quedar liquidado, con una elección, que, además, en otra pirueta dialéctica indigerible, personaliza en el actual jefe del Estado. Su estulticia le lleva a compararlo con Iglesias y Garzón, el primero demagogo consumado, aunque notablemente más inteligente que el líder del PP, y el segundo político tan liviano como Casado, comedido, como comunista que se precie, cuando conviene, que sí, qué se le va a hacer, son directamente elegidos. La síntesis: la derecha se erige en exclusiva defensora de la monarquía, y le hace el favor del año a los republicanos.

Conviene que los que de verdad desean la permanencia de la Institución se percaten de que su suerte depende, hoy como ayer, del PSOE, que hoy, más que nunca, es el presidente del Gobierno Pedro Sánchez su casi único sostén y que, hoy, el PSOE es Sánchez. Es él el seguro dique de contención que impide que las aguas se desborden. Cuantos más aspavientos monárquicos haga la irascible derecha menos posibilidades tendrá la monarquía de permanecer. El presidente del Gobierno se lo advirtió a Casado en el Congreso de los Diputados. No es de esperar que le haga caso. Se verá cómo en la moción de censura de Vox, que fragilizará más si cabe a Casado, Abascal enardece a la filiación monárquica levantando aguerrido los estandartes de su defensa. Motivos de preocupación hay de sobra en la zarandeada Zarzuela, que no atina a dar con la clave para desembarazarse de su pasado, porque, como establece la Constitución, la Corona se restaura en Juan Carlos de Borbón, legítimo representante de la dinastía histórica, y pasa a sus sucesores. ¿Cómo desligar al padre del hijo? Ese es el otro pesado e insoslayable fardo de la Corona. El primero, mortalmente tóxico, específicamente contraindicado, es el excluyente respaldo de las derechas, que claman en vano contra el Gobierno por entender que quiere liquidarla.

Compartir el artículo

stats