La balanza comercial de Illes Balears entre enero y julio de 2020 indica que estamos mejor de lo que preveíamos. Presentamos un superávit de unos 205 millones de euros. La transformación de nuestra industria y de nuestros hábitos de consumo contribuirá a reforzar esta tendencia durante la salida de la crisis. Los presupuestos generales para 2021 deberán reflejar el esfuerzo que requiere la visión estratégica transformadora de nuestra conselleria.

Las resistencias al cambio de estructura productiva en nuestras Islas son más de orden psicológico que material. Estos meses, hablo con muchos expertos y actores implicados de la economía balear que se muestran moderados sobre las posibilidades reales de diversificar nuestro modelo ante la monumentalidad del sector turístico y la orientación casi exclusiva hacia el sector de servicios de nuestras empresas. No obstante, todos convienen en que lo más deseable es esa diversificación productiva y me parece alentador escuchar a Gabriel Escarrer afirmar que “el nuevo paradigma del turismo estará determinado por las variables seguridad, digitalización, y sostenibilidad más responsabilidad social”.

Estas variables se pueden garantizar mediante el desarrollo de industrias y nichos auxiliares de aquí, y el sector turístico entiende que su supervivencia reposa sobre la base de un producto y un servicio que sigan escalando hacia la excelencia y la exclusividad de lo producido en nuestro territorio y la disminución de las externalidades.

El turismo por los cuernos

El modelo turístico de masas low cost está agotado. Su superación es urgente y supone una oportunidad para que el sector industrial se expanda más allá del 7,5% del PIB que hoy representa. En la transformación hacia un turismo seguro y sostenible el sector ya es consciente de que es menester ofrecer un servicio de mayor valor añadido que atraiga a una clientela dispuesta a pagar por ella. Adaptar la infraestructura turística a la descarbonización y la digitalización, al internet de las cosas y la domotización abre una ventana de oportunidad para nuestras empresas orientadas a la innovación tecnológica y la maquinaria de última generación. La gente no va a venir a vomitar o a hacer balconing a Magaluf, Sant Antoni o Playa de Palma, sino a cuidarse y a vivir la experiencia de la exclusividad, y los turistas tendrán más edad y serán más exigentes aun siendo menos numerosos. ¿Estamos preparados? El Govern va a poner en marcha el hub internacional de innovación turística para fomentar la transferencia del conocimiento científico y tecnológico, en su sentido más amplio, y la innovación en el sector turístico y en toda la cadena de valor turística. Además, estamos trabajando en un plan para que hoteles y agencias colaboren en la rápida implantación del automóvil eléctrico, sin contar que cualquier reforma de los hoteles tendrá que aplicar un plan de eficiencia energética.

Reconversión de activos

El inmenso patrimonio inmobiliario de las Islas va a vivir cambios porque se tiene que adaptar a las nuevas condiciones aportadas por la realidad del Covid, a la nueva conciencia medioambiental y social de quienes nos visitan y a las demandas populares en favor de un turismo más equilibrado. Habrá más apartamentos que se dedicarán a un cliente senior, desestacionalizado, que huya -tras los fragores de la pandemia- de las residencias tradicionales y busque atención y seguridad las 24 horas del día. De nuevo, la medicalización digital y la domotización serán protagonistas y las empresas de las islas tendrán ante sí una oportunidad inmejorable de negocio, tanto produciendo tecnología, como instalando o dando servicio. De hecho, vamos a aplicar en el corto plazo un programa orientado a la gestión del suelo industrial para la transferencia de economía de servicios turísticos a economía de productos y servicios de alto valor añadido.

Si la vida te da limones, haz limonada

No le busquemos los tres pies al gato: si durante la crisis se reduce mucho la importación y poco la exportación no es sólo porque la gente consuma menos, sino porque hemos logrado colocar lo que producimos aquí al alcance de los que viven aquí. De eso se trata, porque producimos muchas cosas y porque conviene apostar por los ciclos cortos. Tenemos sol, lo vamos a poner a currar y vamos a ser autosuficientes en energía. De paso, la nueva industria energética va a impulsar nuevos nichos industriales como el del hidrógeno -ahí está la planta de Lloseta-, el de la biomasa, el de la energía marina en los puertos y el de la microeólica, para los cuales el Govern tiene ya pensados planes que financiar con fondos propios y con los fondos europeos extraordinarios del Next Generation EU.

Tenemos mar. Ahí está la puesta en marcha del Moll Bit como parque tecnológico de ciencias, industrias y tecnologías marinas en el Muelle Viejo de Palma y como centro empresarial de industrias y tecnologías marinas. Ahí está, asimismo, nuestra Palma International Boat Show con nueva edición en abril de 2021. Por cierto, tenemos lana, algarroba o salmueras a espuertas, cuya transformación industrial vamos a impulsar muy pronto mediante proyectos estratégicos para orientarla a la exportación, lo mismo que vamos a revitalizar la producción de otras materias primas como la almendra.

A por todas

Por encima de todo, vamos a ir a por lo que más valor añadido concentre. Vamos a impulsar la creación de un polo de innovación en contenidos digitales y audiovisuales en el parque tecnológico Parc Bit de Palma, destinado a la producción de contenidos que puedan ser transferidos como información digitalizada -modelos en 3D, animación y dibujo por ordenador, videojuegos, creación de contenidos digitales y audiovisuales-, y a la vista de los 7.500 millones de dólares que ha desembolsado esta semana Microsoft por la compra de los estudios de desarrollo de videojuegos Zenimax, este es uno de los nichos más prometedores en los tiempos venideros. También apostamos por impulsar una bio-incubadora enfocada como un espacio destinado a la innovación y el emprendimiento en el sector de la Bioeconomía. Todo ello se va a ver completado con un plan de desarrollo de la industria náutica y otro de fomento del emprendimiento industrial entre menores de 25 años.

En definitiva, junto con las necesidades del sistema de salud público y de servicios sociales, el reto industrial balear va a tener que atraer la parte del león de las inversiones para 2021. El cabo de hornos del Covid va a quedar atrás, pero queda aún singladura para llevarnos a todos a buen puerto y hay que poner rumbo hacia esas islas molucas de la diversificación productiva e industrial.