Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La semana pasada se derrumbó la tradición que llevaba más años como referencia en el mundo de la prensa escrita. Por primera vez desde su fundación, el diario ABC dejó de tener en su presidencia un miembro de la familia Luca de Tena. Con la particularidad asombrosa de que el último eslabón de la cadena, Catalina Luca de Tena, explicó las razones que la llevaban a abandonar el estandarte utilizando la columna de opinión más reputada de los diarios del país: la tercera página de ese ABC que ya estaba en otras manos. Y el añadido, aún más sorprendente, de no ocultar que la salida de la familia de la presidencia del periódico „no de su accionariado„ era la consecuencia del enfrentamiento irreparable con otra familia, la Ybarra, que cuenta a través de Vocento con la mayoría del capital de ABC.

ABC es, como se sabe, un diario monárquico editado en Madrid pero con cobertura nacional. Jamás ha ocultado contar con una ideología de derechas aunque se trata de una versión civilizada „en las formas, al menos, que no es poco para los tiempos que vivimos„ del pensamiento conservador. Bastaría con recordar la influencia que tiene ABC en el terreno de la cultura: su suplemento dedicado a ella se tiene en el mundo intelectual por el mejor de lejos entre todos los que se publican. Quizá por esa tendencia digamos moderada, cuando el grupo Planeta decidió copar todo el reflejo mediático de la política española, con especial dedicación a sus extremos, promovió una alternativa más radical mediante otro diario madrileño en verdad ultramontano que intentaba equilibrar la cadena de televisión, también de Planeta, que lanzó desde la supuesta izquierda a Pablo Iglesias a la fama como tertuliano, hasta llegar a su vicepresidencia actual.

Hay, pues, una clara pugna ideológica, cada vez más radicalizada, en toda la prensa escrita española y el relevo en el ABC se puede interpretar bajo esa clave. Pero el propio diario ha aportado otra nada despreciable: la pandemia del coronavirus ha precipitado el cambio ya demasiado tiempo aplazado en el negocio periodístico. Desde que Internet llevó al absurdo de que los diarios, en la práctica, se regalasen, los empresarios del sector se retorcían las meninges en busca de la fórmula que permitiese volver a las leyes del mercado, es decir, a que los lectores pagasen por el producto que consumían.

Todos los grandes grupos de la prensa han aceptado ya que no se puede seguir más tiempo sin esa muleta económica pero lo difícil es encontrar la fórmula para el que el lector pague por leer el diario que se le ofrecía antes de forma gratuita, en vez de desentenderse de él. Los diarios de mayor tirada anuncian en portada estos días el éxito que están teniendo al captar suscriptores que, en el mejor de los casos, superan el millón. El nuevo director de ABC tendrá que afrontar, como todos sus colegas, ese reto. Que está unido, ¡ay!, al de las etiquetas ideológicas en unos tiempos en los que cada vez es más difícil distinguir entre izquierdas y derechas.

Compartir el artículo

stats