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Norberto Alcover

En aquel tiempo

Norberto Alcover

Pandemias colaterales

La pandemia dominante es la que es: el libre recorrido planetario del Covid-19, sin que todavía seamos capaces de dominarlo por completo a la espera de unas vacunas que parecen cercanas. Pero de momento, vivimos unos rebrotes de enorme peligrosidad porque parece que el pasado retorna con los mismos síntomas sin que hayamos aprendido gran cosa en materiales y en sanidad. Repito, nuestra esperanza está solamente puesta en una vacuna prácticamente milagrosa, que seguramente dará pie a una lucha encarnizada industrial y comercialmente, con los agravios comparativos entre las distintas comunidades autónomas. Iremos todos a la caza de la vacuna. Unos llegarán a tiempo y otros no. Unos morirán y otros vivirán. En fin, lo que ya sucedió hace pocos meses. El terrible triaje.

Pero junto a esta pandemia vírica, la madre del cordero, aparecen una serie de pandemias colaterales que aumentan su peligrosidad al empeorar el conjunto de parámetros vitales y existenciales. Se trata de "males permanentes de la sociedad" que, más o menos directamente, golpean nuestra existencia de forma inclemente. Escribimos de la pandemia dineraria, la pandemia política y la pandemia climática, entre otras tan evidentes como éstas. Si juntamos las cuatro para meterlas en una turmix, resulta la pandemia mundial en cuanto tal y de nuevo alcanzamos esa premisa en aumento que llamamos globalización: los bienes deberán ser de todos, pero resulta que son de unos pocos mientras el dinero corre o falta a niveles mundiales.

En esa globalización las pandemia víricas, dinerarias, políticas y climáticas nos azotan a todos, pero a unos mucho más que a otros. Y esta visión planetaria/globalizada hace de esta situación novedosa un envite tan nuevo como peligroso para las sociedades tecnologizadas y deshumanizadas. Los sanitarios conocen historias privadas aterradoras al respecto. Y muchas familias también. No solamente el doctor Simón debiera comunicarse en nombre gubernamental. Otros ciudadanos/as trasladarían el significado de la pandemia globalizada con mejor y mayor ahínco, con esas pasiones ocultas que nos han sido veladas para aumentar nuestros interrogantes y nuestra indefensión. De la pandemia vírica ya saben ustedes casi demasiado, en la medida en que se nos ha contado la verdad. De las demás, escribiremos algunas palabras, dejando su imaginación libre para complementar nuestras aportaciones. Datos desperdigados los hay a montones.

Junto a la vírica, la más influyente como daño colateral, es la dineraria, que también podemos señalar como socioeconómica. Es una lástima, pero la obtención de bienes sanitarios y el reparto de los mismos ha funcionado en virtud de las ofertas dinerarias de cada institución. Las negociaciones se han producido de forma oscura y "el poder del dinero" ha demostrado que es "el poder de la vida". Los países más pobres mueren a un ritmo mayor que los países más ricos, a no ser algunos casos en que los respectivos gobiernos no han sabido moverse de forma acertada ni en las soluciones sanitarias interiores ni en sus relaciones como clientes de cara al exterior. La globalización produce una interrelación abusiva entre "conocimiento, tecnología y comunicación", que al final son dinero invertido y capacidad estratégica.

La pandemia política es la mano ejecutora de la dineraria. Todo es negociable, todo es manipulable, todo se compra y vende en el seno descarnado de las relaciones diplomáticas, que tantas veces corresponden a los intereses ideológicos de origen partidista. El diplomático alarga la política nacional hasta los compromisos internacionales según dictan los propios gobiernos. Y esta deriva determina las acciones gubernamentales ad extra en todos los sentidos. Esto es "hacer política", siguiendo una ristra de intervenciones varias que en tantas ocasiones tiene mucha más relevancia que la misma política parlamentaria. La democracia tiene un montón de aspectos que remodelar. Muchos.

Y, en fin, aunque está un tanto relegada al olvido tras protagonizarlo casi todo, la pandemia climática que envuelve la globalización en una bruma en que naturaleza, alimentación y sanidad se conjugan para determinar el mantel de nuestras comilonas. De hecho, los recortes petrolíferos/energéticos de estos últimos meses, a la vez que rebajen el coste del oro negro, pero no el de los carburantes, han supuesto, en el colmo de la paradoja, un beneficio admirable para la disminución de los correspondientes gases tóxicos. Y en este sentido, la pandemia vírica ha salido beneficiada de esta mejora climatológica. Como acabamos de escribir, otra cosa es la dimensión dineraria y política de esta remodelación climática, dimensión de la que nada sabemos. Y sería el colmo que algunos se hayan beneficiado de este bienestar climatológico como punto de lanza para ganar riqueza. Mucho habrá tenido que ver la acción política en esta aventura petrolífera. Nada escapa a la globalización en que se produce la pandemia vírica.

Solemos denominar "daños colaterales" a estas tres pandemias analizadas, pero nadie puede negar que son las tres formas de relacionarse la globalización en cuanto tal. Y por esta razón, y en la medida que corresponda, también son "bienes colaterales" para el funcionamiento del planeta. Y de esta manera, lo vírico se hace dinerario, se hace político y se hace climático, produciendo que la globalización sea tal cual es y como resultado, menuda sorpresa, el Covid-19 también sea el que es desde el punto de vista sanitario y social.

¿Podemos hablar de pandemias éticas y morales? Seguramente, pero sería materia de otro artículo, que llegará o no llegará.

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