Imagino que lo han visto porque se ha hecho viral, que se dice ahora. Es un vídeo en el que una auxiliar de enfermería muy joven se graba a sí misma conteniendo la risa y gesticulando mientras su compañera, también muy joven, insulta a la anciana encamada a la que está atendiendo en un geriátrico de Terrassa. Le grita que se tome la pastilla y se mofa de ella, y al final parece que no le da la medicación. Dos abusonas armadas de teléfono móvil de las muchas que engrasan las redes sociales, con una cabeza lo suficientemente mal amueblada como para haber cavado solitas su propia fosa al difundir las imágenes. Las han despedido, cosa que no creo que les importe demasiado. Ya encontrarán otro trabajo basura; con su reputación por los suelos, las residencias de la tercera edad no pasan por el mejor momento, también hay que apuntarlo. Una no se ha disculpado, que sepamos; la otra, que es la autora material del pequeño testimonio malvado de nuestros tiempos, sí lo ha hecho. Ha colgado otro vídeo en sus cuentas anunciando que se va un tiempo, pero que volverá. Resulta que la chica era una influencer, con una cuenta sobre dietas y ejercicio y cosas así. Espero que no fuera una de esas a las que el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, pidió ayuda para predicar la lucha contra el coronavirus. "Creo que hay muchos influencers en España con una visibilidad muy grande que pueden ayudar a controlar la pandemia", dijo exactamente cuando se le preguntó por el contagio masivo de población de menor edad. Debo decir en honor a la verdad que la tipa que grababa los insultos a la anciana portaba mascarilla. No sé cuántos 'me gusta' cosecharía por ello.
