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Mar Ferragut

Al filo de lo imposible

Era domingo y yo era pequeña. En la 'tele' veía fascinada a un grupo de personas caminando junto a un glacial o escalando una montaña helada. Estaban Al filo de lo imposible. La épica musiquita del arranque, grabada a fuego, me viene estos días a la cabeza cuando pienso en la vuelta al 'cole'. Recuerdo a los equipos directivos realizando los planes de contingencia en julio, partiendo de un déficit histórico de infraestructuras, y ahí están los acordes. Me dibujo a la conselleria de Educación intentando lograr la cuadratura del círculo de la presencialidad y la seguridad y escuchando las demandas de los distintos actores del sistema, y de fondo suena la famosa sintonía. Veo a las familias temblando al pensar en cómo lo harán con el trabajo si no hay escola matinera, o si su hijo un día no puede ir a clase porque tiene fiebre, o si tiene que guardar cuarentena... y los padres me parecen unos Juanito Oiarzabal. Me imagino a los docentes de Secundaria combinando la enseñanza telemática con la presencial tratando de mantener la cabeza en su sitio y no sé si puedo imaginar la gesta de los maestros de Primaria e Infantil para que los niños no se mezclen con los otros grupos, no salgan de su burbuja y entiendan y cumplan las normas. Y sobre todo pienso en los chavales, los que están en el centro de esta aventura hacia lo desconocido que es este año volver a clase. Pienso en ellos, socializando y jugando con restricciones, con la mascarilla puesta todo el día en pleno septiembre en centros sin aire acondicionado, con contenidos y competencias colgando tras cinco meses (el equivalente a casi cinco años en tiempo infanto-juvenil) sin pisar los centros. Y planeando por encima de todos, ahí está él: el virus y la posibilidad del contagio.

Aunque no gusten o se vean insuficientes, hay protocolos y planes. Dan una red y tratan de aportar una mínima sensación de seguridad y control de la situación, pero lo cierto es que la comunidad educativa entra en territorio inexplorado. La única brújula podría ser la experiencia de otros países, y ésta lanza un mensaje claro: prepárense para un aumento de contagios, cuarentenas y cierres de colegios. Otra posible guía serían los estudios científicos sobre la transmisión del virus entre los menores, pero parece que hay tantas investigaciones sobre este tema como niños en el mundo (y con conclusiones igual de diversas).

El derecho a la educación, el derecho a la salud, el derecho a la conciliación. Antes de plantearse renunciar a algunos derechos en favor de otros, hay que asegurarse y exigir que estén sobre la mesa todos los recursos necesarios. Y en esta ocasión, el espacio es un recurso muy valioso. Visualizo la cantidad de infraestructuras vacías que pueblan Mallorca y la lista es larga: de los conventos abandonados hace años por falta de religiosas a los hoteles abandonados hace unos días por la falta de turistas. No sé si los hoteles podrían ser parte de la solución, pero en la comunidad con un abandono escolar disparado gracias al monocultivo turístico no puedo dejar de pensar qué imagen fascinante sería ver a los alumnos recibiendo clase en las instalaciones hoteleras.

Por más planes que haya, la seguridad total no existe y los que defendemos la escuela presencial hemos de ser conscientes. Esta vuelta al 'cole' requiere cierto salto de fe, más recursos por parte de la Administración y responsabilidad de todos los implicados. En la historia del programa Al filo se han producido varios accidentes, pero los rodajes se han mantenido desde los 80 hasta la actualidad y la mayoría de las veces los protagonistas han logrado hacer posible lo imposible. Allá vamos.

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